martes, junio 26, 2007

COMO APRENDER A ESCUCHAR ...

COMO APRENDER A ESCUCHAR Ante todo se hace necesario saber escuchar. Muy raros en verdad son los que saben escuchar.Por lo común, cuando alguien escucha no escucha, porque su Yo, su Ego, traduce todo lo que escucha a su propio lenguaje, a su propia idiosincrasia psicológica, dentro de su criterio, y total, no escucha.La gente, para poder aprender a escuchar, debe ante todo despertar Conciencia. ¿Cómo podría escuchar psicológicamente, alguien que tiene la Conciencia dormida?Para saber escuchar hay que estar presentes, y me pregunto a mí mismo y pregunto a ustedes: ¿están seguros, los que están aquí presentes, están seguros de que a estas horas no estarán ustedes deambulando por sus casas, por su taller, o en el campo, o en algún lugar de sus afectos? Siempre vemos a las personas sentadas, aparentemente escuchando, pero, ¿cómo podría escuchar el que no está en casa?Por lo común, cuando uno habla de Gnosis, aquellos que aparentemente escuchan no escuchan, huyen despavoridos, van de aquí para allá y de allá para acá, viajan por la ciudad psicológica interior (recordemos que dentro de cada uno de nosotros hay un país psicológico, una ciudad psicológica. Una cosa es un lugar del mundo físico y otra cosa es el lugar psicológico donde nosotros estamos ubicados).¿En qué lugar estaremos ubicados ahora mismo? Ustedes dirán que acá (podría ser, podría no ser). La realidad es que resulta difícil saber escuchar, porque por lo común el que escucha se escapa, viaja por su país psicológico, huye en cualquier dirección. Total, no está en la casa, y no estando en casa, ¿quien escucharía?, ¿la personalidad humana? Verdaderamente, ella no sabe escuchar. ¿El cuerpo físico? ¡Ese no es más que un instrumento! ¿Quién escucharía entonces?Cuando uno habla a otra persona (y esto lo digo muy especialmente a nuestros misioneros) cree que está un poco alerta, pero las gentes huyen cuando nos escuchan. Cuando aparentemente escuchan, no están en casa.Hay también gentes que están muy llenas de sí mis­mas; esas gentes no quieren escuchar la palabra, no tienen un lugar vacío, un puestecito para nuestra palabra. Están muy llenas de sí mismas: de sus engreimien­tos, de sus orgullos, de sus vanidades, de sus teo­rías, etc., y entonces la palabra no tiene dónde entrar. ¿Dónde entraría, si esas gentes están llenas de sí mismas?Recordemos a Jesús y su nacimiento: sus padres concurriendo, pues, al empadronamiento citado por Hero­des; no hallaron en el Mesón un lugar vacío. En­tonces no hay en la "taberna interior" (si es que se le puede dar ese nombre) un lugar vacío para la palabra: está ocupada la "taberna", está ocupado el "mesón" (¡cuán grave es eso!).Nosotros debemos tener la "escudilla" del Buddha hacia arriba, la "olla", para recibir la palabra. Pero en vez de hacer eso, las gentes colocan la "olla" hacia abajo. Se necesitaría reconocer, pues, nuestra propia nadidad y miseria interior para que quedara en la "escudilla", en el "cuenco", en la "olla", un lugar, sí, para la palabra. Más, en tanto estemos llenos de sí mismos, ¿cómo po­dría la palabra entrar en nosotros? O en otros términos, ¿cómo podríamos aprender a escuchar, desde el punto de vista psicológico? Porque saber escuchar lógicamen­te, o saber escuchar, dijéramos, físicamente, es cosa relativamente fácil, pero psicológicamente, ¡cuán difí­cil es saber escuchar!Hay que estar en actitud receptiva, con la "olla" ha­cia arriba (aguardando el alimento), o el "cuenco", o la "escudilla", (hablando al estilo búdhico), pero si la "olla" está hacia abajo, ¿cómo puede entrar el alimento en nosotros, cómo podríamos recibirlo?Esos que están llenos de orgullo, de autosuficiencia; esos que están rellenos de teorías, ¿creen ustedes que se encuentran en el estado preciso para poder recibir la palabra? Ante todo, tenemos que reco­nocer nuestra propia nadidad y miseria interior, antes de poder recibir el alimento de la palabra, y no es posible recibir ese alimento si no sabemos escuchar. Pues antes, si hemos escuchado nosotros una palabra (miles y hasta millones de veces), creemos que la sabe­mos, que la hemos escuchado, pero en realidad de verdad no hemos escuchado esa palabra. Cualquier día, de esos tantos, la oímos y nos "cae de nuevo". Pero si la hemos escuchado miles de veces, ¿por qué nos "cae de nuevo"? Porque siempre la habíamos escucha­do con la Conciencia dormida y un día cualquiera tuvi­mos la suerte de escucharla con la Conciencia des­pierta, y nos "cae" como algo nuevo.¡Vean ustedes cuán difícil es saber escuchar, vean uste­des cuán trabajoso es! Se necesita ante todo ser conscientes, si es que queremos saber escuchar. Recordemos aquélla tentación de Jesús, en el desierto, cuando Satán le decía: "Todos estos reinos del mundo te los entregaré si te arrodillas y me adoras" (he allí la tentación). Se le pedía a Jesús El Cristo que colocara la "olla" boca abajo, que no la colocara hacia arriba (para recibir la palabra interior que viene de lo alto), sino que la colocara hacia abajo para escuchar las cosas externas, para escuchar, pues, el mundo de los sentidos externos.De manera que Jesús no cayó. ¿Por qué el Gran Kabir no cayó? Porque él estaba siempre alerta y vigilante, como el vigía en época de guerra, tenía la "escudilla" hacia arriba, no hacia abajo, estaba aguardando recibir la palabra. Pero si él hubiera caído en tentación, es decir, si hubiera colocado la "escudilla", la "olla" hacia abajo, habría escuchado palabras externas, cosas que vienen de afuera, cosas de mundo, no habría sido capaz de escuchar psicológicamente.Sí, mis queridos hermanos, nosotros tenemos que volvernos cada vez más receptivos a la palabra, debemos aprender a escuchar psicológicamente. Más repito: ¿cómo se podría escuchar si estamos fuera de casa? Para poder escuchar, hay que estar en casa. ¿Y quiénes están fuera de casa? ¡Pues todos los inconscientes!¿Ustedes pueden estar seguros de que en este momen­to me están escuchando? ¿Podrían asegurarlo? ¿Podrían ustedes asegurarme, en este momento, o jurar de que us­tedes están aquí, íntegros, que no deambulan por otros lugares? La cruda realidad de los hechos es que cuando escuchan, las gentes no escuchan, porque andan por otros lugares, no están en casa, deambulan.¿Por qué no recuerdan las personas, las gentes, sus existencias anteriores? Pero, ¿cómo las van a recordar, si no están en casa? ¿Puede uno recordar, acaso, lo que no ha experimentado? "Estar en casa"... ¿Quién sabe lo que es "estar en casa"? (me refiero a esta "ca­sa", a la persona humana). Normalmente, el Ser anda fuera de casa. Entonces, ¿cómo podríamos recordar las pasadas existencias, si siempre estuvimos fuera de casa?Hay dos cosas capitales en nuestros estudios gnósticos: primera, recordación de sí mismos (es decir, de nuestro propio Ser), y segunda, relajamiento del cuerpo. Recordarse a sí mismo y relajar el cuerpo, debemos hacerlo continuamente. Recuerden que el cuerpo siempre está en tensión (los nervios en tensión, los músculos). Hay necesidad de aprender a recordarse a sí mismo y relajar el cuerpo. Yo lo hago continuamen­te, todos los días: el recuerdo de mí mismo y relajarme el cuerpo, ya sea en una cama o donde sea. Eso es indis­pensable: ir día a día recordándonos cada vez más y más de sí mismos, es decir, de nuestro propio Ser.Por olvido del Ser, en realidad de verdad las gentes co­meten muchos errores y tienen tantas teorías equivocadas. Si Laplace, el gran astrónomo y matemático francés, no se hubiera olvidado de sí mismo, de su pro­pio Ser, no habría concebido jamás en su mente esa teoría (la famosa teoría de Laplace), esa teoría falsa, absurda, completamente absurda.Cuando Laplace presentó su teoría a Napoleón Bonaparte, explicándole cómo de una nebulosa sale un planeta o un sistema solar, entonces Napoleón le dijo: "¿Y cuál es el puesto que habéis dejado a Dios?" Cínicamente respondió: "¡No, señor, yo no he necesitado de Dios para elaborar mi teoría!" (vean ustedes la autosuficiencia). Es precisamente por lo mismo, porque se olvidó de su Ser interior, como pudo elaborar esa teoría, esa teoría falsa, porque a ningún astrónomo le consta jamás, nunca jamás, haber visto, con sus propios ojos, un planeta saliendo o emergiendo de entre una nebulosa. Así que, entonces no les consta. Sin embargo, es admitido por muchos necios como dog­ma de fe. Si Laplace no se hubiera olvidado de sí mismo, no habría elaborado esa absurda teoría. Por ahí anda un necio que echó una gota de aceite, entre un vaso con agua. Con un palillo se propuso hacer girar la gota de aceite: se extendieron anillos que luego quedaron girando alrededor de la gota central, ¡y así se formó el universo! (dijo). Le preguntan: "¿Y entonces qué, y Dios?" "No, no se necesitaba (respondió); ustedes ya ven cómo se formó". ¡Pero bien tonto: no se da cuenta de que en su teoría, está él haciendo un papel de Dios, pues él con ese movimiento está haciendo girar el acei­te ese, la gota de aceite "alrededor del mundo". Sin embargo, es tan necio que no se da cuenta que hubo necesidad de alguien que provocara los movimien­tos, pues sola, la gota de aceite no giraría ni se exten­dería en forma de anillos. Necesitó de una mano que la moviera, de un impulso inteligente, pero el cínico ese, el tonto ese, está haciendo el papel de Dios y sin embargo niega a Dios. De manera que así es la gente: torpe, cuando se olvida de sí misma.En cuanto a mí se refiere, gracias a Dios no me he olvidado de mí mismo, es decir, de mi propio Ser. Por lo tanto digo que la nebulosa de Laplace y su teoría nebular, es falsa. Yo voy más lejos: yo estoy con Sabaoth, con Sababath. ¿Qué es eso?, dirán ustedes. Sababath (si digo que estoy con Sababath, no estoy cometiendo ningún delito), es la inteligencia directriz, formada dijéramos, por el Sabaoth, por el Ejército de la Palabra.¿Cómo surgió el universo?, ¿de una nebulosa? ¡No es cierto, no digan falsedades! Surgió de Sabaoth, de la substancia madre, del caos (de Mulaprakriti dirían los indostanes). ¿Que se celebraron ciertos ri­tuales (tántricos por cierto), en el amanecer del Mahamanvantara? ¡Es cierto! Claro, los Elohim que en su con­junto constituyen el Sabaoth, ese Ejército de la Palabra, se desdoblaron a sí mismos en la forma del Andrógino Divino, pero al desdoblarse a sí mismo como macho-hembras, quedaron suficientemente pre­parados para fecundar la materia caótica. Así fue como la Isis y su principio masculino, ejecutaron entonces una cópula de tipo químico, metafísico, para fecundar la materia caótica, para fecundar a Sa­baoth, el caos. Entonces separaron las aguas superiores (del caos) de las inferiores. Esas superiores fueron fecundadas por el fuego, ascendieron por la espina dorsal de Isis (ha­blando en forma colectiva), fueron fecundadas por el principio masculino con el fuego, y luego regresadas posteriormente al caos, para que el caos fuera a su vez fecundado. Y así surgió la vida, surgió el semillero de todo lo que es, ha sido y será; se produjo el re­molino atómico por todas partes. Luego los gérmenes de la existencia, los átomos elementales surgieron, surgieron los mundos con to­das sus cosas, todo gracias a Elohim o a los Andróginos Divinos, o a la hueste de los Elohim, para hablar más claro, pero, ¿surgir así, de una nebulosa?La primera forma que surgió a la existencia, fue un universo mental; mucho más tarde cristalizó en forma astral, después en forma etérica y luego tomó forma física, pero no hubo ninguna nebulosa por ahí, como dice Laplace; todo fue producto de la palabra. Si Laplace no se hubiera olvidado de sí mismo, si en vez de elaborar su teoría se hubiera entregado a la meditación, es obvio que habría podido algún día evi­denciar los orígenes del universo, que distan mucho de parecerse a las teorías que elaboró. ¡Esa es la cruda rea­lidad de los hechos!De manera que, cuando uno se olvida de sí mismo, comete errores espantosos. Lo más grave es olvidarse uno de sí mismo.El fuego es lo que cuenta en cualquier creación; pero una cosa es el fuego en el mundo físico y otra es el fuego en el caos. Obviamente, en el caos el fuego es una potencia eléctrica, con posibilidades de des­pertar para crear.En estos días, en los que estamos trabajando con Pistis Sophía, digo que Pistis Sophía en el caos es defi­nitiva. Realmente, Sophía es sabiduría del fuego y res­plandece en el caos. Por algo se dice que "la luz sale de las tinieblas" y que "el cosmos sale del caos". Pistis Sophía, como fuego, resplandece en el caos, para crear y volver nuevamente a crear. La divina sa­biduría está en el caos y del caos puede brotar para llegar al "Aeón 13", al "13 Serpiente", al "13 Nu­meral Séptimo".Así, mis queridos hermanos, debemos nosotros refle­xionar cada vez más en todo esto. Grandes cosas se abren para uno, cuando no se olvida de su Ser, cuando se recuerda a sí mismo profundamente.Es aconsejable que los hermanos, diariamente, sea por cinco, diez minutos, un rato, media hora, una, se re­cuerden a sí mismos; que sentados en un sillón, rela­jen su cuerpo totalmente. Un día podrían llegar a la experiencia de lo real por ese camino, que es un modo de actuar sobre el Centro Emocional por medio del Centro Motor, al estar luego en esa actitud, mera­mente de pleno relajamiento, vivenciando al Ser, sin­tiéndolo, experimentándolo.Volverse receptivo al Ser: eso es fundamental. La personalidad debe volverse cada vez más pasiva y recep­tiva a la palabra que viene de arriba, de lo alto; esa palabra viene a través de los centros superiores del Ser y llega. Pero si no somos receptivos, si no apren­demos a relajarnos, si nos olvidamos de sí mismos, ¿cómo podremos recibir los mensajes que vienen a tra­vés de los centros superiores del Ser?, ¿de qué manera?Los hermanos deben comprender esto: que hay que ser un receptáculo, volvernos receptivos, aprender a recibir la palabra, captar su honda significación (eso es funda­mental). Diariamente, debemos relajarnos y recordarnos a sí mismos, a nuestro propio Ser. Así avanzaremos triunfantes.Bueno, si hay algún hermano que quiera preguntar, puede hacer sus preguntas con las más entera libertad. Todos tienen derecho a preguntar, o todos pueden pre­guntar sin salirse del tema.P.- Quisiera saber, Venerable Maestro, lo siguiente: cuando un estudiante no está en el recuerdo de sí, ¿es inútil que consulte a un Maestro para que le resuelva una situación, puesto que no lo va a saber escuchar?R.- Pues, consultar es necesario, pero saber escuchar es indispensable. Así pues, no es absurdo consultar; lo que sí es absurdo es no saber escuchar. ¿Hay alguna otra pregunta, hermanos?P.- Por medio de la educación de la palabra, ¿se pue­de aprender a escuchar?R.- Una cosa es hablar y otra escuchar. Si no sabemos escuchar, no obtendremos el verdadero conocimiento. Pa­ra saber escuchar, se necesita estar alertas y vigilantes, estar conscientes. También se necesita que haya un ple­no equilibrio entre el saber y el comprender, o entre el conocimiento y el Ser. Pero una cosa es escuchar y otra cosa es hablar. Educar la palabra es conveniente (no digo que no), pero se hace indispensable saber escuchar, para así atenernos, principalmente, a la ciencia de saber escuchar.P.- Maestro: cuando uno está frente a usted, hay un aletargamiento de la mente. Queda uno incapacitado pa­ra absorber toda su palabra, para absorber el conocimiento trascendental; es decir, queda uno co­mo perplejo, atontado frente a su sabiduría. De tal manera que resulta harto difícil escucharlo a usted. Entonces, ¿qué podría hacer para aprender a es­cucharlo, Venerable Maestro?R.- He oído tus palabras. Indudablemente, hay que saber escuchar. Se necesita el estado de alerta percepción, de alerta novedad, si es que se quiere escuchar. Más repito: ¿cómo podría saber escuchar el que no está en casa? Normalmente, las gentes que escuchan en un auditorio al conferencista, suelen escaparse: tienen múltiples agregados psíquicos inhumanos que van y vienen por todas partes. Total que, estando allí en el auditorio, escuchando, no están, y oyendo no oyen, porque están fuera de casa.Si se quiere saber escuchar, debe uno estar integro, unitotal frente al conferencista. Deben estar los tres centros (el Intelectual, el Emocional y el Motor) integra­dos, unidos. Pero si esos tres centros andan disocia­dos: el Intelectual por un lado, el Emocional por el otro y el Motor por otro, pues sencillamente no se está escuchando la palabra. De manera que saber escuchar es algo muy difícil y fundamental, porque si uno aprende a escuchar, puede entonces recibir información completa sobre el trabajo esotérico gnóstico. Téngase en cuenta que en la vida práctica, la vida tiene muchas fases. La vida en el estado de inconsciencia, tiene fases terri­bles. Parecería como si la vida, en el estado de incons­ciencia de la humanidad, tuviera más fuerza todavía que el conocimiento esotérico gnóstico. Pero lo que sucede es que las gentes están tan llenas de sí mismas, repito, que no pueden recibir entonces la información que se les da a través de la palabra. Están llenas, no reciben la información completa, es decir, no saben escuchar porque es­tán llenas de sí mismas.Si uno escucha, si aprende a escuchar en estado de alerta percepción, de alerta novedad, llega uno tam­bién a reconocer realmente, viene a descubrir, por tal motivo, que es un cuitado, un desnudo, miserable y hambriento. Queda, pues, un lugar vacío para que la palabra pueda entrar allí. Pero mientras uno se sienta lleno, mientras se sienta engreído, mientras se sienta satisfecho con todos esos Egos, ¿cómo va a recibir la palabra, si no hay un lugar vacío dentro de la persona, para que la palabra pueda almacenarse allí? De manera que debemos hacer que nuestro "cántaro", nuestra "escudilla", nuestro "cuenco", esté hacia arriba, abierto, aguardando la palabra, el alimento que va a nutrirnos, que va a orientarnos. Pero si uno voltea la "olla" hacia abajo, ¿cómo va a recibir? ¡No recibe! Necesita voltearla hacia arriba, dejar un puesto vacío para recibir esa "gota", esa "gota" que es el conoci­miento.P.- Maestro: la falsa educación, la falsa moral, ¿es también un obstáculo para aprender a escuchar?R.- Pues, ciertamente, la falsa educación causa mucho daño. Digo que la educación que uno recibe en las escuelas primarias, en la preparatoria, kinder, secunda­ria y universidad, es falsa porque no está relacionada con ninguna de las partes autónomas y autoconscien­tes del Ser. Siendo falsa, falsea de hecho los cinco ci­lindros de la máquina y nutre a muchos agregados psí­quicos inhumanos. Un sujeto con una personalidad falsa, bien robustecida, es un sujeto que no está dispuesto a saber escuchar; siempre escucha las voces sub­jetivas, infraconscientes e infrahumanas de los cinco ci­lindros de la máquina orgánica. Las únicas voces que sabe escuchar son las de la falsa personalidad; siempre está tan relleno de conocimientos, que no deja un lugar vacío donde puede un instructor depositar la palabra. De manera que la falsa educación perjudica horriblemente. Y en cuanto a la falsa moral, pues no se a cuál moral te refieres...P.- Pues a la moral, digamos, apegada a lo viejo, a la tradición.R.- Esa no sirve. Hablemos de ética revolucionaria, porque la moral es esclava de las costumbres, de los lugares y de las épocas. Lo que en un país es "moral", en otro país es "inmoral"; lo que en una época fue "moral", en otra época es "inmoral"; lo que en un tiempo fue "moral", en otro tiempo es "inmoral".Veamos un caso muy concreto: en la China, por ejemplo, hasta hace poco tiempo, matar al padre porque ya estaba muy anciano, pues se consideraba "moral", y entregarle las niñas chiquitas, recién nacidas, a los misioneros católicos que llegaban allá, cambiándolas por sellos de correo, era "moral" (por allí hubo un cura que trajo cientos, miles o más de niñitas, adquiridas con puros sellos de correos). Es normal, pues, tirar a una niñita, a cualquier niñita a la calle. Como es mujer, eso no vale, la tiraban a la calle. Unicamente se alegraban cuando nacía un varón; pero nacía una mujer y la tiraban a la calle, o la cam­biaban por timbres de correo. De manera que, ¿en qué quedamos con la moral? La moral es esclava de las costumbres. Podríamos citar miles de casos (alguno de ellos muy dolorosos y hasta vergonzosos), sobre la tan cacareada "moral".Así pues, la moral es esclava de las costumbres y de los tiempos, es el resultado de todos los prejuicios de la humanidad. Eso no sirve. Todo el que quiera marchar por la senda de la autorrealización íntima del Ser, tiene que libertarse de la moral. Hablemos más bien de ética revolucionaria, eso suena mejor. Uno tiene que aprender a hacer un inventario de sí mismo, para saber qué le sobra y qué le falta, y también apren­der a manejar las virtudes. Una virtud, por muy santa que sea, fuera de lugar causa daño. Hay muchos santos que han perjudicado a la humanidad con sus virtudes; esa es la cruda realidad de los hechos. Sin embargo, las virtudes son precio­sas, pero el que no las sabe manejar, obviamente causa daño con las mismas virtudes. De manera que no ha­blemos de moral, hablemos de ética revolucionaria. La moral no sirve, perjudica nuestro desarrollo. ¿Hay alguna otra pregunta?P.- ¿Podría usted ahora, Venerable Maestro, hablarnos un poco sobre el "mal secretario"?R.- El "mal secretario" es el Ego, nada menos que el Ego... Todos, de acuerdo con su idiosincrasia psicoló­gica, no ha terminado el conferencista de hablar y ya el propio Ego ha formado su personal concepto, pero falso, pues se basa en los prejuicios, en los temores, en las falsas teorías, en la falsa educación recibida, etc., etc., etc., y otras tantas hierbas más... El "mal secretario" causa muchos daños; por eso hay que estar alertas y vigilantes, dispuestos a recibir la palabra, pero atentos y presentes.Si andamos ausentes, ¿cómo podríamos recibirla? Repito: ¿por qué las gentes no recuerdan sus existencias ante­riores? Sencillamente porque nunca están presentes, nunca están en casa; muere el cuerpo físico y nunca estamos en casa... ¿Cómo van a recordar las pasadas existencias, si nunca estuvieron en casa?P.- Maestro: ¿por qué se pronuncia usted contra las virtudes?R.- Ya ves tú cuán fácil es tergiversar la enseñanza. Tú haces la pregunta con el cora­zón sencillo y sincero, pero después que tú digas eso, otro fulano lo tergiversa un poquito más, y el tercero lo sigue tergiversando más, y cuando la enseñanza llegue a toda la América, se estará diciendo: "¡Samael Aun Weor está contra las virtudes, no más virtudes!". Así se tergiversa la enseñanza y así se ha tergiversado la enseñanza de todos los hermanos ma­yores que han ayudado a la humanidad. ¿Qué quedó del budismo, me puedes decir tú? Gautama Sakyamuni habló contra el abomi­nable Organo Kundartiguador, toda su doctrina fue contra las malas consecuencias de ese abominable órgano. Hoy tenemos un evan­gelio budista deformado completamente; ya nada, casi nada queda del budismo antiguo: todo ha sido deformado.No estoy pronunciándome contra las virtu­des, aclaro; debemos pensar correctamente. El agua es útil, es magnífica, es buena en el lava­manos, es buena entre su recipiente, en el baño; pero, ¿qué dirían ustedes del agua me­tida en la sala, inundando las recamaras? Ya cambiaría todo, ¿verdad?, sería mala. El fuego está bueno en la cocina; también está magnífico ahí, en las veladoras, pero si el fuego, en este momento, estuviera quemando esta casa y llegaran los Bomberos, ¿qué diría­mos? ¡Sería una calamidad! ¿verdad? Así, toda virtud es buena en su lugar, pero fuera de su lugar, es mala.

COMO CAMBIAR LA MANERA DE PENSAR ...

COMO CAMBIAR LA MANERA DE PENSAR Bien, mis caros hermanos, ante todo es necesario conocer las leyes del trabajo esotérico gnóstico, si es que en realidad de verdad queremos un cambio radical y definitivo.En nombre de la verdad diremos que si por alguna parte hemos de empezar a trabajar sobre sí mismos, tiene que ser en relación con la mente y el sentimiento. Sería absurdo empezar a trabajar con el Centro Motor, por ejemplo, que como ustedes ya saben, se relaciona con los hábitos, costumbres y acciones de tal órgano o de tal centro. Obviamente, esto sería como empezar con un faquirismo absurdo.A propósito de faquires, en la India hay faquires que por ejemplo, levantan un brazo en alto y lo sostienen por tiempo indefinido, hasta que llega a quedar rígido. Hay otros que permanecen firmes en un lugar, durante veinte o treinta años, hasta convertirse en verdaderas estatuas. Más después de todo, ¿qué es lo que ganan esos faquires? Desarrollar un poco la fuerza de la voluntad, y eso es todo. No podemos pensar que ellos vayan a crear el Cuerpo de la Voluntad Consciente, es claro que no; no se puede crear un cuerpo fuera de la Novena Esfera. Si fuera posible crear algún cuerpo fuera de la Novena Esfera, nosotros hubiéramos nacido, pues, del aire, o de las aguas de algún lago, o de entre una roca; no seríamos hijos de un hombre y de una mujer, pero somos hijos, en verdad, de un hombre y de una mujer. Entonces, la creación siempre se realiza en la Novena Esfera; eso es obvio.Así pues, ningún faquir podría crear el Cuerpo de la Voluntad Consciente, lejos de la Novena Esfera. Nada ganan, pues, los que se dedican al faquirismo, excepto desarrollar un poco la fuerza de la voluntad, y eso es todo.Empezar, pues, con el Centro Motor, sería absurdo. Aún más, empezar a trabajar con el Centro Sexual, sin tener una información correcta del cuerpo de doctrina gnóstica, pues es absurdo, porque el que empieza en esas condiciones, no sabe lo que está haciendo, no tiene conciencia clara del trabajo en la Forja de los Cíclopes, y puede caer, es obvio, en gravísimos errores.Recordemos que el primer centro es el Intelectual, segundo el Emocional, tercero el Motor, cuarto el Instintivo y quinto el Sexual. Existe también el sexto, que es la Emoción Superior, y el séptimo, que es el Mental Superior. Pero si empezáramos, en realidad de verdad, con los centros inferiores de la máquina orgánica, caeríamos en el error.Antes que todo, en estos estudios, debemos empezar por los centros Intelectual y Emocional; necesitamos, en verdad, cambiar nuestra forma de pensar; de lo contrario, marcharemos por el camino del error. ¿De qué serviría, por ejemplo, que ustedes asistieran a estas cátedras y no cambiaran la forma de pensar? Aquí se les dan muchos ejercicios esotéricos, se les orienta doctrinariamente, pero si ustedes no cambian la forma de pensar, ¿de qué les sirve todo lo que aquí se les dé? Se les dice que hay que disolver el Ego, se les dice que hay que sacrificarse por la humanidad, se les dice que hay que crear los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, etc., pero si ustedes continúan pensando como antes, con los mismos hábitos mentales de otros tiempos, ¿de qué sirve todo lo que están escuchando aquí? Se les dice que hay que desintegrar el Ego, pero ustedes continúan con sus mismos hábitos mentales, con sus formas y sistemas caducos de pensar, entonces, ¿de qué les sirve la información que se les está dando? En las Sagradas Escrituras se habla muy claramente (y precisamente, muy cerca de Juan El Bautista), sobre aquello del "vino viejo" y el "vino nuevo". "Que nadie echaría, por ejemplo (dice El Cristo), vino nuevo en odre viejo, porque los odres viejos se romperían". Así pues que, para el vino nuevo, se necesitan odres nuevos.También dice, el Gran Kabir Jesús, que "a nadie se le ocurriría remendar, o poner remiendos a ropa vieja, con pedazos de ropa nueva". Verbigracia, o por ejemplo: romper un traje nuevo, para remendar un traje viejo. Eso sería absurdo, ¿verdad? Así también, esta nueva enseñanza es como el vino nuevo: necesita odre nuevo. ¿Cuál es ese "odre"? ¡Pues la mente! Si no abandonamos las formas caducas de pensar, si seguimos pensando con los hábitos que antes teníamos, sencillamente estamos perdiendo el tiempo. Hay necesidad de cambiar la forma de pensar; para el vino nuevo, odre nuevo se necesita.Así pues, necesitamos cambiar completamente nuestra forma de pensar, a fin de recibir esta enseñanza. Ese es el punto grave de la cuestión, porque si recibimos esta enseñanza y la añadimos a la forma de pensar que teníamos antes (a nuestros viejos hábitos mentales), pues nada estamos haciendo, nos estamos engañando a sí mismos. Querer enganchar el carro de la enseñanza gnóstica, a nuestro viejo carro, todo dañado por el tiempo y lleno de basuras e inmundicias, es engañarnos a sí mismos.Se trata, antes que todo, de preparar el recipiente, para recibir el vino de la enseñanza gnóstica (ese recipiente es la mente). Sólo así, con un recipiente nuevo, transformado, con un recipiente verdaderamente magnifico, se puede recibir ese vino de la enseñanza gnóstica, y esto es lo que yo quiero que los hermanos vayan comprendiendo.Necesitamos que las emociones negativas sean eliminadas de nosotros, porque esas emociones negativas, pues, no permiten un cambio de fondo. Es imposible transformarnos si aún poseemos, dentro de nosotros, emociones negativas. Nosotros tenemos que erradicar de nuestro corazón las emociones de tipo negativo, que son verdaderamente perjudiciales en todo sentido. Una persona que se deja llevar por emociones negativas, se vuelve mentirosa en un ciento por ciento.Ya les había contado a ustedes, en mi pasadas cátedra, el caso de un señor xx que actualmente se encuentra, podríamos decir, al borde de la muerte. Este buen hombre vino a tener, pues, una embolia cerebral. ¿Motivo? Muy claro (lo repito): alguien le mal informó que su hermana había sido víctima de un fraude. Tal informe fue después examinado y resultó falso. Pero este hombre, que ama a su hermana, creyó pues en esa infundia difamante, y la tomó tan a pecho, que le dio una embolia cerebral. En estos momentos se encuentra al borde de la muerte (vean ustedes éste caso).De manera que, entonces, las emociones negativas vienen a llevarnos al fracaso. Su hermana aún sigue convencida de que fue víctima de un fraude, y es obvio que calumnia a un inocente, pero ella está segura de que fue víctima. Personalmente examiné el caso y me di cuenta que ella misma se estaba autoengañando, se estaba mintiendo a sí misma (víctima de las emociones negativas), y a su vez calumniando a otro en forma inconsciente. De manera que, les he dicho a ustedes y les repito, que las emociones negativas lo tornan a uno mentiroso.Observen ustedes a las gentes: cómo mienten; llevadas por las emociones negativas, lanzan juicios falsos y luego se arrepienten, pero es tarde, ya los lanzaron (entre tanto). Así pues, debemos eliminar de nuestra naturaleza las emociones negativas.La mentira, ciertamente, es una conexión falsa. Lo normal es que la energía del Padre, la energía del Anciano de los Días, es decir, de nuestro Ser Interior profundo, fluya a través de la organización cósmica interior, hasta llegar a la mente. Pero si nosotros hacemos una conexión falsa, ya no puede fluir esa energía. Es como si se cortara el alambre eléctrico: la energía eléctrica, en­tonces, no llegaría al foco, o a los focos que nos iluminan. Así pues, la mentira (ya les dije y repito) es una conexión falsa. Por lo común, cuando uno se llena de emociones negativas, se torna mentiroso. ¡Esa es la realidad de los hechos!Si nosotros verdaderamente comprendemos todo esto, y empezamos por cambiar nuestra forma de pensar y de sentir, bien pronto esto se reflejará en nuestras acciones. Una vez que uno ha cambiado su forma de pensar, sentir y actuar, entonces está perfectamente listo para empezar a trabajar con los Misterios del Sexo.Y ese es el error de algunos Misioneros: que las gentes comiencen de una vez a tra­bajar con el Maithuna, en la Novena Esfera, sin conocer siquiera el cuerpo de doctri­na. Pero esto es absurdo, porque las gentes que no han cambiado su forma de pensar, que con­tinúan con sus mismos hábitos, las gentes que tienen sus mismas formas de sentir, que son víctimas de las emociones negativas, pues no com­prenden estos Misterios del Sexo y los profanan. Por eso es que Paracelso insiste en que, primero que todo, hay que conocer la Ciencia para luego entrar a trabajar en la Novena Es­fera (y tiene razón en esto, Felipe Teofastro Bombasto de Hohenheim: Aureola Paracelso). Empecemos, pues, por cambiar nuestra forma de pensar y de sentir.Muchos reciben aquí enseñanzas esotéricas, se les da, pero continúan pensando como antes, como pensaban hace veinte años. ¿Qué sucede entonces? ¡Que están perdiendo el tiempo! Si se les da a las gentes la enseñanza para que se autorrealicen, para que cambien, y conti­núan pensando como antes, obviamente se marcha muy mal.Yo conozco hermanitos gnósticos que tienen veinte y treinta años de estar en las enseñanzas gnósticas, y todavía piensan como pensaban como cuando tenían veinte y treinta años de edad. Muy ilustrados, sí, manejan muy bien las ideas, pero si uno les examina detenidamente sus vidas, sus costumbres, verá que son las mismas que tenían antes. Conozco hermanos, hasta muy juiciosos, Misio­neros y todo, que platican muy bien sobre la Gnosis, que manejan el cuerpo de doctrina en forma extraordinaria, pero los he estado observando y resulta que actúan como cuando no eran gnósticos; ac­túan como actuaban hace treinta años atrás, tienen las costumbres viejas que tenían cuando nada sabían de estos estudios, continúan con esas mis­mas y viejas costumbres. ¿Qué están hacien­do esos hermanos, entonces? Se están autoengañando miserablemente; eso es obvio.Así pues, hemos de empezar por cambiar la forma de pensar, y después la forma de sen­tir; poner el vino nuevo, el vino gnóstico, en odres nuevos, no en odres viejos. Una mente decrépita, llena de hábitos viejos, de hábitos de hace veinte o treinta años atrás, no está prepara­da para recibir el vino de la Gnosis. Una mente así, necesita (forzosamente) pasar por un cambio radical; de lo contrario, se está perdiendo el tiem­po miserablemente.Con todo esto, ¿qué es lo que queremos? ¡Saber despertar Conciencia! Es la verdad, eso es lo que queremos: ¡Despertar!En el mundo oriental no se ignora que la gente está dormida, (nadie lo ignora); pero en el mun­do occidental, la gente cree que está despierta, y sin embargo hacen cosas que no quieren hacer: se lanzan a la guerra, pero no quieren ir a la guerra (pero siempre van, aunque no quieran). ¿Por qué? Porque están hipnotizadas.Ustedes saben que a un sujeto hipnotizado, por ejemplo, le ordenamos que vaya a matar a alguien, y va y lo mata (eso ya está previsto en el Código Penal de todos los países de la Tierra). Así también sucede con las gentes de todas las latitudes: están hipnotizadas, pero creen que están despiertas. Si se les dice que ha lle­gado la hora de ir a la guerra, van a la guerra; no quieren ir, pero van. ¿Por qué? Porque están hipnotizadas, y el hipnotizado, hipnotizado está (eso es gravísimo, y tremendamente cierto).¿Que necesitamos salir del sueño hipnótico? ¡Eso es verdad! Pero bueno, vamos a ver: ¿cómo sa­limos del sueño hipnótico, si estamos contentos con nuestros hábitos mentales, con nuestro sistema de razonar, con nuestros hábitos sentimentales, con nuestras distintos hábitos o costumbres, adquiridos por la herencia y por la familia? Entonces, aunque estén escuchando aquí (en esta sala) las enseñanzas, sencillamente están perdien­do el tiempo. Pregúntense ustedes, a sí mismos, para qué han venido, con qué objeto están ustedes reu­nidos en esta sala. Si están reunidos aquí por mera curiosidad, pues vale más que no hubieran venido. Si de verdad les anima el anhelo de cambiar, pero continúan muy contentos con sus viejas normas de pensar, sencillamente se están autoengañando. Si es que ustedes quieren enganchar el carro de la Gnosis a su viejo tren, todo carcomido por el tiempo y podrido hasta el tuétano de los huesos, pues están haciendo un juego muy tonto que a nada los conduce. Así pues, no nos engañemos a sí mismos. Si ustedes quieren cambiar, seamos serios y empecemos por cambiar nuestra forma de pensar.Cada cual tiene una forma de pensar, y cada cual cree que su manera de pensar es la más correcta. Pero, en realidad de verdad, las di­versas formas de pensar de cada cual, o de to­dos en conjunto, de correcto no tienen nada, puesto que están hipnotizados. ¿Cómo puede pensar correctamente una persona que está hipnotizada? Pero ustedes creen que están pen­sando correctamente; he allí vuestro error: vuestros hábitos mentales no sirven.Si es que quieren cambiar, bueno, aquí tie­nen la enseñanza nueva, aquí tienen el vino de la Gnosis. Pero, por favor, traigan odres nuevos para ese vino, no odres viejos, porque el vino nuevo rompe los odres viejos. Me interesa darle las enseñanzas a los hermanos, pero darla seriamente. Por eso los invito a cambiar vues­tra forma de pensar.¿Han reflexionado acaso, ustedes, en lo que es la Conciencia? ¿Con qué podría comparar a la Conciencia? Pues a un foco de luz, que lo dirijo hacia una parte o hacia otra; eso es obvio.La Conciencia, debemos aprender a colocarla donde debe ser colocada. Donde esté nuestra Conciencia, allí estaremos nosotros. Ustedes, que me escuchan en estos momentos, ¿están seguros de que la Conciencia de cada uno está aquí? Si está aquí, me place. Pero, ¿estamos seguros de que está aquí? Puede ser que esté (en este momento) en la casa, puede ser que esté en la cantina, puede ser que esté en el supermercado, que tan sólo aquí estemos viendo la personalidad, la fachada de tal o cual hermano. Así pues, donde está la Conciencia, allí estamos nosotros.La Conciencia es algo que hay que aprender a colocar, inteligentemente, donde debe ser colocada. Si colocamos nuestra Conciencia en una cantina, se procesará en virtud de la cantina, y si la colocamos nosotros en una casa de citas, se procesará allí, y si la colocamos nosotros en un mercado, tendremos un buen mercader o un mal mercader. Dondequiera esté la Conciencia, allí estaremos nosotros.La Conciencia está (desgraciadamente) embotellada, y un Yo de lujuria podría llevar nuestra Conciencia, pues, a una casa de citas; un Yo de borrachera la podría cargar por una cantina; un Yo codicioso se la llevará por allá, para un mercado; un Yo asesino se la llevará por allá, a la casa de algún enemigo, etc. ¿A ustedes les parece correcto, acaso, no saber manejar la Conciencia? Tengo entendido que es absurdo llevarla por lugares donde no debe estar; eso es obvio.Desgraciadamente, repito, nuestra Concien­cia está enfrascada (sí, embotellada), entre dis­tintos elementos inhumanos que en nuestro interior cargamos. Necesitamos quebrantar esos elementos, dentro de los cuales se halla embotellada la Conciencia. Pero digo: ¿haríamos eso sin cambiar nues­tra forma de pensar, estando contentísimos con nuestros viejos hábitos, caducos y extemporáneos, que cargamos en la mente? ¿Nos preocuparíamos, acaso, por despertar la Conciencia? ¡Es claro que no! Si se quiere cambiar, vamos a cambiar desde ahora mismo, vamos a cambiar nues­tros hábitos mentales, nuestra forma de pensar. Cuando uno cambia de verdad, origina cam­bios interiores; cuando uno cambia su forma de pensar, puede entonces pensar en cambiar totalmente en su interior. Pero si uno no cambia en su forma de pensar, si aquí (en esta mente) siguen existiendo los viejos hábitos extemporáneos, ¿cómo puede uno decir que va a provocar un cam­bio en su Conciencia interior? ¡Pues, eso no es posible! Sería contradictorio que pensáramos en una cosa e hiciéramos otra. ¡No es posible!Así que, necesitamos hacernos dueños de nuestra propia Conciencia, colocarla donde debe colocarse, ubicarla donde debe ubicarse, aprender a ponerla en un lugar y aprender a quitarla (es un don maravilloso, pero un don que no estamos usando sabiamente).Realmente, lo único que tenemos dentro es la Conciencia, es lo más digno que tenemos. Los diversos agregados psíquicos que nosotros cargamos, en modo alguno son dignos. Lo único digno, lo único real, lo que sí vale la pe­na en nosotros, es la Conciencia, pero está dor­mida, no la sabemos manejar, los agregados psíquicos se la llevan por donde ellos quieren (nosotros, realmente, no sabemos usarla, y eso es lamen­table).Si queremos un cambio, pero un cambio de fondo, debemos ir aprendiendo a saber qué es eso que se llama "Conciencia".En el mundo oriental, se nos ha dicho que antes de que nazca en nosotros el Bodhisattva, debe surgir en nosotros el Bodhisita. Pero bueno, ante todo, ¿qué cosa es eso que se llama Bodhisattva? Alguno de ustedes sabrán, y otros no sabrán. La Blavatsky dice que "un Maestro que posea los Cuerpos Causal, Mental, Astral y Físico, es un Bodhisattva; que el Alma Huma­na o Alma Causal, vestida con tales cuerpos, es un Bodhisattva..." Ella hace plena distinción entre el Maestro, en sí, que es Atman-Buddhi (o sea, el Intimo y el Alma-Conciencia), y el Bodhisattva, que es el Alma Humana revestida con los Cuerpos Exis­tenciales Superiores del Ser. Pero el Budismo del Mahayana, o Mahayánico, es más exigente: no reconoce como Bodhisattvas sino a aquellos que se han sacrificado por la humanidad a través de sucesivos Mahamanvantaras.Hay dos clases de seres (dice el Budismo Mahayánico): los unos, por ejemplo, serían los Buddhas Pratyecas, y los aspirantes a Buddhas Pratyecas, que son los Sravakas. Estos no se sacrifican por la humanidad jamás, nunca. Luchan, sí, por cambiar (y cambian), pero nunca dan su vida por sus hermanos (y claro, jamás tampoco encarnan al Cristo Intimo). Los otros son los Bodhisattvas, verdaderamente, aquellos que han renunciado a la felicidad del Nirvana por amor a la humanidad, aquellos que en distintos Mahamanvantaras, han entregado su sangre por la humanidad; que pudiendo vivir felices en el Nirvana, han renunciado a cualquier felicidad por sus her­manos de la Tierra. Son ellos los únicos que, verdaderamente, pueden encarnar al Cristo.Pero bueno, volvamos a esto del Bodhisita. ¿Qué es el Bodhisita? Es la Conciencia ya despierta, desarrollada, convertida en el "Embrión Aureo", es la ver­dadera armadura argentada que nos puede proteger de las potencias de las tinieblas, que nos da la sapiencia y la experien­cia. Vean ustedes cuanto vale, pues, ese don que se llama "Conciencia".¡Es lástima que la humanidad tenga la Con­ciencia enfrascada entre el Ego! Es claro que mientras las gentes continúen pensando como piensan, sintiendo como sienten, y con sus mis­mas viejas costumbres rancias, no podrán despertar la Conciencia (continuará ésta hipnotizada). Como consecuencia, o como corolario, diremos: nunca surgirá, en gente así, el Bodhisita. Cuando el Bodhisita (que es la Conciencia desarrollada y despierta), surge en uno, en el aspirante, entonces pronto aparece el Bodhisattva. Obviamente, el Bodhisattva se forma dentro del clima psicológico del Bodhisita. ¡Es grandioso el Bodhisita!En realidad de verdad, mis queridos hermanos, es grande cuando uno (verdaderamen­te) cambia su forma de pensar, porque entonces (y sólo entonces) trabajará para despertar la Conciencia. Entonces (y sólo entonces) hará un trabajo serio que lo conduzca al naci­miento del Bodhisita. Antes, no es posible.Vivimos en un mundo, desgraciadamente doloroso. Todos ustedes están llenos de dolor, de sufrimientos; feli­cidad no existe en este mundo. Eso no es posible: mientras haya Ego, tiene que haber dolor; mientras continuemos con nuestra forma ran­cia de pensar, no podremos ser dichosos; mien­tras seamos víctimas de las emociones negati­vas, cualquier género de felicidad se hace imposible.Nosotros necesitamos, en verdad, llegar a la felicidad; más no podríamos conseguir tal cosa, si no despertáramos la Conciencia, y nunca des­pertaremos la Conciencia si continuamos con la forma que tenemos actualmente de pensar. Así pues que, primero miremos cómo estamos pensando y cambiemos esa forma anticuada de pensamiento; preparemos nosotros odres nuevos para el vino nuevo, que es la Gnosis, y así trabajaremos de verdad (pero seriamente).Este mundo, en sí mismo, es el producto de la Ley de la Originación; este mundo se sostiene con las Leyes de Causa y Efecto, que son las Leyes del Karma (también se les llama Leyes de Acción y Consecuencia: tal acción, tal consecuencia). Este es un mundo bastante complejo, es un mundo de asociaciones, combinaciones múlti­ples, dualismo incesante, lucha de los opuestos, etc. En estas circunstancias, no es posible que exista en este mundo la felicidad.Cada uno de nosotros tiene que pagar su Karma (estamos llenos de deudas). Ese Karma, obviamente, nos trae mucho dolor, muchas amarguras (no somos dichosos). Muchos piensan que podríamos llegar a la felicidad a través de la evolución. Es un concepto falso, pues la mecánica es mecánica. La Ley de Evolución, y también la de Involución, constituyen el eje mecánico de esta maquinaria que se llama "Naturaleza". Hay evolución en el grano que germina, en la planta que se desarrolla y al fin da frutos. Hay in­volución en la planta que ya entra en decrepitud y por último se convierte en un montón de leños. Hay evolución en el niño que se forma en el claustro materno, en la criatura que nace y que crece, y que se desarrolla y vive a la luz del Sol. Más también existe involución en el ser humano que envejece, decrece, entra en decrepitud y al fin muere.Eso es completamente mecánico. Mecánica es también la Ley del Karma (en cierto sentido, en el sentido causa­tivo, mirada a la luz de las Doce Nida­nas). Es mecánica, y nosotros necesitamos liberarnos (precisamente) de la Ley del Karma; necesitamos liberarnos de ese movimiento mecánico de la naturaleza, necesitamos hacernos libres, y esto no será posible mediante la evolución mecánica.Cualquier evolución mecánica se procesa de acuerdo con las Leyes de Causa y Efecto, las Leyes de las Asociaciones, de las Combinacio­nes Mutuas, etc. (lo que es mecánico, es mecánico). Nosotros necesitamos liberarnos de la Ley de la Evolución y también de la Ley de la Involución. Necesitamos dar el gran salto, para caer en el Vacío Iluminador.Obviamente, existe, pues, una antítesis, entre la "Teoría de la Relatividad" que predicara un Einstein, y el Vacío Iluminador. Lo relativo es lo relativo; la maquinaria de la relatividad funciona con la Ley de los Opuestos, con el dualismo, etc. En la lucha de las antítesis, hay dolor, y eso no es felicidad. Si queremos la auténtica felicidad, debemos salirnos de la mecánica ésta de la re­latividad, dar el gran salto, repito, para caer entre el seno del Vacío Iluminador.Yo experimenté el Vacío Iluminador en mi mocedad; apenas sí tendría unos dieciocho años cuando pude dar el gran salto, pasar más allá del tiempo y vivenciar eso que no es del tiempo, eso que podríamos lla­mar la experiencia del Prajna Paramita (en su más crudo realismo). No está de más enfatizarles a ustedes la no­ticia de que tal evidencia, fue repetida tres veces. Supe, entonces, lo que era el Sunyata, lo pude vi­vir.En el Vacío Iluminador no existe el dualismo conceptual (de ninguna especie), la maquinaria de la relatividad no funciona en el Vacío Iluminador, la Ley de las Mutuas Combinaciones y Asociaciones Mecánicas, no es posibles en el Vacío Iluminador; toda la "Teoría de la Relatividad" de un Einstein, queda destruida en el Vacío Iluminador.Indubitablemente, la experiencia del Vacío Iluminador sólo es posible en esta­do de Samadhi, o como se dijera también, en estado de Prajna Paramita.En el Vacío Iluminador no existen formas de ninguna especie; podría decirse que allí, pasa uno más allá del universo y de los Dioses. En el Vacío Iluminador puede darse una respuesta correcta a aquello de que "si todo se reducen a la unidad, ¿a qué se reduce la unidad?" Tal respuesta no es posible para la mente lógica formal humana, o por lo menos para la mente que funciona de acuerdo con la lógica formal. Pero en el Vacío Iluminador, no es necesaria tal respuesta. Tal respuesta, allí, es una realidad patente, definida.Entonces, el que entra en ese estado de Maha Samadhi, dijéramos, vive en to­das las cosas, pero desprovisto de formas, y esto de por sí ya es grandioso, sublime e inefable.Su­mergirse definitivamente en el Sunyata, es decir, en el Vacío Iluminador definitivo, sólo es posible mediante el gran salto, y a condición de­finitiva de haber pasado por la aniquilación budista total. De lo contrario, no sería posible.En aquella época, aún no había pasado yo por la aniquilación bud­ista, y obviamente, a medida que me acercaba a la gran realidad, la Concien­cia se expandía en forma desmesurada. Es obvio que en esta situación, no habiendo pasado por la aniquilación budista, sentí indeci­ble terror, motivo por el cual regresé al uni­verso de la relatividad de Einstein.Repito: tres veces experimenté con el Vacío Iluminador, y supe (en el Sunyata, por experiencia trascendental, vívida) que hay algo más allá del Vacío Iluminador. ¿Qué? Eso que se llama Talidad (la Gran Realidad). Lo supe con una intuición de tipo trascendental, porque en el terreno de la intuición, dentro del mundo de la intuicionalidad, hay distintos grados de in­tuición, e incuestionablemente, el grado más elevado de intuición es el de las mentes filosófico-religiosas o filosófico-místicas. Ese tipo de intuición corresponde al Prajna Paramita. Esta facultad, pues, me permitió saber que más allá del mundo del Vacío Iluminador, está la Gran Realidad.Bien, quiero afirmarle a ustedes, en forma enfática, que este camino de la Gnosis con­duce a la Gran Realidad. La Gran Realidad o Talidad, o Sunyata, o el Prajna Paramita, está más allá del universo de la relatividad, es decir, mas allá de la mecánica ésta de la relatividad, mucho más allá del Vacío Iluminador. Es decir, la Talidad transciende a estos dos opuestos que yo llamaría "Mecánica de la Relatividad y Vacío Iluminador".Estoy hablándoles a ustedes, no en forma meramente teórica. En pasados Mahamanvantaras experimenté la Talidad, y como quiera que la conozco, tengo que dar de ello vivo testimonio.Lo importante, para nosotros, es pasar por una suprema aniquilación, a fin de que la Conciencia (convertida en Bodhisita y totalmente despierta), pueda dar el gran salto para caer entre el Vacío Iluminador (y si damos un paso más, llegaremos a la Talidad).Pero como les digo, debemos empezar por cambiar nuestra forma de pensar, para trabajar correctamente sobre sí mismos, desintegrando, realmente, los elementos psíquicos e indesea­bles que llevamos dentro. ¿Cómo podríamos con­seguir nosotros el despertar de la Conciencia, el desa­rrollo del Bodhisita, si antes no cambiáramos nuestra forma de pensar?Es necesario también saber meditar, comprender lo que es la técnica de la meditación. El objeto de la meditación es muy simple. ¿Qué es lo que queremos nosotros, a través de la meditación? Tranquilizarnos, tranquilidad. Parecería muy superfluo lo que estamos diciendo; ustedes podrían objetarme diciendo que podríamos tranquilizarnos con una botella de vino, ¿no? Podrían objetarme, también, diciendo que podríamos tranquilizarnos oyendo una Sinfonía de Beethoven (así podrían ustedes decirme). Pero, en realidad de verdad, conseguir la tranquilidad es de lo más difícil que ustedes imaginarse puedan.Nadie podría tener tranquilidad mental, tener su mente en santa paz, si no ha eliminado de su Centro Intelectual todo el pensar caduco y extemporáneo que carga. Nadie podría tener paz en su corazón, si no hubiese eliminado de sí mismo, previamente, las emociones negativas y perjudiciales.Así que, cuando un gnóstico, un Arhat gnóstico, se sumerge en meditación, busca tranquilidad. En esos instantes, se propone trabajar sobre algún elemento inhumano que haya descubierto en sí mismo, mediante la autoobservación. ¿Posiblemente descubrió la ira? Bueno, se dedicará entonces a comprender al agregado psíquico de la ira, hasta volverlo polvo con la ayuda de su Divina Madre Kundalini (que deberá invocar para que le auxilie). ¿O tal vez descubrió que tiene el agregado psíquico del odio? Entonces se propondrá desintegrar tal agregado, para que surja en su reemplazo el amor. A medida que uno vaya desintegrando todos esos agregados psíquicos inhumanos que cargamos en nuestro interior, la Conciencia irá despertando.Mucho se habla en la Gnosis sobre el sexo, pero debemos primero cambiar nuestra forma de pensar, para que tengamos una rica información, para que nos hagamos más conscientes de la enseñanza. Sólo así trabajaremos con éxito en la fragua encendida de Vulcano.No queremos en modo alguno, esta noche, eludir los Misterios Sexuales. Es bueno que ustedes entiendan que el camino que conduce a la Talidad es (y subrayo esto completamente) absolutamente sexual (y esto hay que entenderlo).Incuestionablemente, un soltero o una soltera pueden disolver, a base de mucha comprensión, un cincuenta por ciento de agregados psíquicos, siempre y cuando se apele a la Divina Madre Kundalini, durante la meditación. Pero hay elementos psíquicos muy pesados que corresponden al mundo de las noventa y seis leyes. Estos no se desintegran sino, exclusivamente, con el molinillo eléctrico de los físicos, con la swástica en movimiento, que genera determinado tipo de electricidad sexual trascendente.Obviamente, pues, la Mujer-Serpiente, o sea, la Princesa Kundalini, la Divina Madre Cósmica, es reforzada mediante ese tipo de electricidad. Entonces puede ella con su poder eléctrico desintegrar atómicamente los elementos psíquicos más pesados, dentro de los cuales está embotellada la Conciencia. Así, poco a poco, llega el instante en que la Conciencia queda completamente liberada y despierta, lista para dar el gran salto y caer en el Vacío Iluminador, que es la antesala de la Gran Realidad.En este mundo se nos ha criticado demasiado porque ponemos énfasis en el sexo. Muchos suponen que hay muchos caminos que pueden conducir a la Gran Realidad. Obviamente que, cada cual es muy libre de pensar como quiera, pero en nombre de la verdad, por experiencia mística directa, acumulada en el fondo de mi Conciencia a través de sucesivos Mahamanvantaras, puedo decirles que el camino que conduce a la Gran Realidad, a la Talidad, más allá del Vacío Iluminador y de la mecánica de la relatividad, es absolutamente sexual, en un ciento por ciento.Quienes disientan en esta cuestión, revelan con ese proceder psicológico, desconocimiento de la cruda realidad. Es obvio que quien ha tenido verdadera experiencia en estas cuestiones, a través de sucesivos Mahamanvantaras, sabe muy bien que así es, y que no es posible escaparse definitivamente de esta mecánica de la relatividad, por otra puerta o por otro camino que no sea el directo, el que lleva a la Gran Realidad."Sunyata" es un termino budista, muy interesante, que nos indica perfectamente, la experiencia mística, vívida, del que no sólo ha experimentado el Vacío Iluminador, sino que ha llegado más allá, mucho más allá: a la Talidad, a la Gran Realidad.Dentro del terreno exclusivamente esotérico místico, o budista crístico, disiento con muchos budistas ortodoxos (repito: dentro del terrenos estrictamente místico budista), que ponen el Vacío Iluminador como lo máximo. Nosotros vamos más lejos: queremos la Gran Realidad, la experiencia vívida del Sunyata, la experiencia vívida del Prajna Paramita.En nuestro interior tenemos la Conciencia, precisamente el don más precioso, pero lamentablemente enfrascada en el Ego. Si conseguimos liberarla, entonces estaremos listos para dar el gran salto, el salto supremo.Una Conciencia liberada es una Conciencia que puede sumergirse en la gran realidad de la vida, libre en su movimiento. Esta gran realidad es felicidad inagotable, más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente; es una felicidad imposible de describir con palabras.Todos queremos felicidad y no tenemos felicidad. No es posible ser felices en un mundo de combinaciones, no es posible ser felices dentro de esta maquinaria de la relatividad. Es hora de pensar en liberarnos del Karma, en liberarnos de este mundo doloroso, de esta maquinaria tan infernal. Pero si ustedes no cambian su forma de pensar, si sólo quieren esta doctrina para engancharla a su viejo tren de vida, decrépito y degenerado, pues están perdiendo el tiempo.¡Quiero la felicidad para ustedes, la verdadera dicha del Ser! Quiero que ustedes aprendan a meditar profundamente, que sepan meditar. Cuando uno ha conseguido una perfecta meditación, llega a la verdadera dicha. Si yo no hubiera tenido en mi vida la experiencia del Vacío Iluminador, allá en mi mocedad, no estaría hablándoles ahora en la forma en que les estoy hablando, esa experiencia vívida jamás se borró de mi Conciencia ni de mi corazón.Es posible que en una práctica de meditación profunda, la Conciencia de alguien se escape del Ego y experimente la dicha del Vacío Iluminador. Es obvio que si ese alguien lo consigue, trabajará con gusto sobre sí mismo, trabajará con ardor, pues habrá experimentado ciertamente, en ausencia del Ego, eso que es la verdad, eso que no es del tiempo, eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.Aquí, en esta cátedra, les he enseñado una forma sencilla de meditación (porque hay un tipo de meditación que está dirigido a la autoexploración del Ego, con el propósito de desintegrarlo, de volverlo cenizas), pero también hay otro tipo de meditación, que tiene por objeto llegar (un día) a la experiencia de lo real. Conviene experimentar, alguna vez, la Gran Realidad, porque eso lo llena a uno de ánimo para la lucha contra sí mismo. Esa es la ventaja del Sunyata, esa es la ventaja más grande, en relación con la experiencia de lo real.

COMO HACER LA LUZ DENTRO DE NOSOTROS MISMOS ...

COMO HACER LA LUZ DENTRO DE NOSOTROS MISMOS Moisés dijo en "El Génesis": "¡Hágase la luz, y la luz fue hecha!"Esto no es algo que corresponde a un pa­sado remotísimo; no, este tremendo principio, que se estremecía con el primer instante, no cambia de tiem­po jamás, es tan eterno como toda eternidad; debemos tomarlo como una cruda realidad de instante en ins­tante, de momento en momento... Recordemos noso­tros a Goethe, el gran iniciado alemán; sus últimas palabras, momentos antes de morir, fueron "luz, más luz", y murió (entre paréntesis, Goethe está ahora reencarnado en Holanda, tiene cuerpo físico; pero esta vez no tiene cuerpo físico masculino, ahora tiene cuer­po físico femenino, y está casado con un Príncipe ho­landés; ahora ya es una dama holandesa de alta alcur­nia... Es muy interesante esto, ¿verdad?).Bueno, continuando lo que hablé antes con ustedes, ha­bíamos empezado a estudiar que esa luz es importan­tísima, que mientras uno viva en tinieblas, anhela uno la luz porque está ciego. La persona que está metida en un socavón, entre las tinieblas, en un subterráneo, lo que más anhela es luz.Bueno, la Esencia es lo más digno, lo más decente que tenemos en nuestro interior; ella deviene originalmen­te de la Vía Láctea (allí resuena la nota musical La); pasa luego al Sol, con la nota Sol, y viene luego a este mundo físico con la nota Mi. Es bella la Esencia, es, dijéramos, una fracción del principio humano, crístico, de cada uno; es el Alma Humana, pues, que normalmente mora en el Mundo Causal; por eso, con justa razón, se dice de la Esencia que es crís­tica, o que la Conciencia es crística, y se dice que nuestra Conciencia en Cristo nos ha de salvar, etc., etc., etc. Todo eso es cierto, todo eso es verdad; pero lo grave de nuestra Conciencia, de nuestra Esencia, es que siendo tan preciosa, poseyendo dones tan maravi­llosos, poderes naturales tan preciosos, esté metida, pues, entre todos esos elementos indeseables, subjetivos, que desafortunadamente cargamos en nuestro interior; es decir, está metida, hablando en síntesis, en­tre un calabozo. Ella quiere la luz, ¿más cómo? ¡Anhelándola! No hay quien no anhele la luz, a no ser que ya esté demasiado perdido, pues cuando uno tiene algu­na aspiración, desea la luz.Así pues, tiene uno que hacerla; esto de hacer la luz es muy grave, porque implica destruir los receptáculos o calabozos, o hablando en síntesis, el antro negro donde está metida, para rescatarla, liberarla, extraerla de allí, a fin de quedar uno como debe quedar: como una persona iluminada, como un verdadero vidente, como un verdadero ser luminoso, y gozar de esa pleni­tud que por naturaleza nos corresponde, y a la que tenemos verdaderamente derecho. Pero lo que sucede es que se necesita de un heroísmo, o de una serie de actos de heroísmo tremendos para poder liberar nuestra Alma, para poderla sacar del calabozo donde está metida, para poderla robar a las tinieblas.Esto que estoy diciendo, sería interesante que ustedes lograran comprenderlo de verdad, conscientemente; por­que podría hasta darse el caso de que escuchando, no escucharan, o no vivieran, dijéramos, el sentido de las palabras que estoy diciendo. Hay que saber valorar estas cosas para entender, pues, lo que estoy afirmando.Rescatar el Alma, sacarla de entre las tinieblas, es hermoso, pero no es fácil; lo normal es que permanezca prisionera. Y no podrá uno gozar de una iluminación auténtica, en tanto la Esencia, la Conciencia, el Alma, esté allí embotellada, esté allí prisionera (eso es lo grave). Entonces se necesita, forzosamente, destruir, desintegrar heroicamente, con un heroísmo superior al de Napoleón en sus grandes batallas, o como el de las peleas de Morelos en su lucha por la libertad, etc., de ese heroísmo inigualable, para poder liberar la pobre Alma, sacarla de entre las tinieblas. Se necesita ante todo, como les decía aquí en la pasada plática a los hermanos, conocer las técnicas, los procedimientos que conduzcan a la destrucción de esos elementos donde el Alma está embotellada, prisionera, para que venga la iluminación.Ante todo hay que empezar por comprender la necesidad de saber observar. Nosotros, por ejemplo, estamos aquí sentados, todos, en estas sillas; sabemos que estamos sentados, pero nosotros no hemos observado és­tas sillas. En el primer caso tenemos el conocimiento de que estamos sentados en la silla, pero observarla ya es algo distinto; en el primer caso hay, dijéramos, el conocimiento, pero no la observación; la observación requiere una observación especial: observar de qué es­tán hechas, y luego de entrar en meditación, descubrir sus átomos, sus moléculas (esto requiere una aten­ción dirigida). Saber que uno está sentado en una silla, es una atención no dirigida, una atención pasiva, pero observar la silla, ya sería una atención dirigida. Así también, nosotros podemos pensar mu­cho en nosotros mismos, más esto no quiere decir que estemos observando nuestros propios pensamientos; observarlos es distinto, es diferente. Vivimos en un mundo de emociones inferiores, cualquier cosa nos pro­duce emociones de tipo inferior, y sabemos que las tene­mos; pero una cosa es saber que uno se encuentra, en un estado negativo, y otra cosa es observar el esta­do negativo en que se encuentra, que es algo completa­mente diferente.Veamos un ejemplo. En cierta ocasión, un caballero le manifestó a un psicólogo: "Bueno, yo siento antipatía por determinada persona" (y le citó el nombre y ape­llidos). El psicólogo le contestó: "Obsérvela, observe usted a esa persona". Respondió nuevamente el inte­rrogador: "¿Pero, yo para qué voy a observarlo, si le conozco?" Sacó como conclusión, el psicólogo, que aquél no quería observar, que conocía pero no obser­vaba; conocer es una cosa y observar es otra cosa muy diferente. Uno puede conocer que tiene un pensamien­to negativo, pero eso no significa que lo esté observan­do; sabe que se encuentra en un estado negativo, pero no ha observado el estado negativo. En la vida prác­tica vemos que dentro de nosotros hay muchas cosas que deberían causarnos vergüenza: comedias ridículas, cuestiones interiores grotescas, pensamientos morbo­sos, etc.; saber que se tienen, no es haberlos observado. Alguien podría decir: "Sí, en este momento tengo un pensamiento morboso"; pero una cosa es saber que lo tiene, y otra cosa es observarlo, que es totalmente di­ferente.Así pues, si uno quiere llegar a eliminar tal o cual elemento psicológico indeseable, primero que todo tiene que aprender a observar con el propósito de obte­ner un cambio, porque, ciertamente, si uno no aprende a autoobservarse, cualquier posibilidad de cambio se hace imposible.Cuando uno aprende a autoobservarse, se desarrolla en uno mismo el sentido de la autoobservación. Normalmente, este sentido está atrofiado en la raza humana, está degenerado, pero a medida que lo usamos, se va desenvolviendo y desarrollando.Como primer punto de vista, venimos a evidenciar, a través de la autoobservación, de que aún los pensa­mientos más insignificantes, las comedias más ridícu­las que interiormente se suceden y que nunca se exte­riorizan, no son propias, son creadas por otros, por los Yoes. Lo grave es identificarse uno con esas comedias, con esas ridiculeces, con esas protestas, con esas iras, etc., etc., etc.; si uno se identifica con cualquier extremo interior de esos, coge más fuerza el Yo que los produce, y así cualquier posibilidad de elimina­ción se hace cada vez más difícil. De manera que la observación es vital cuando se trata de provocar un cambio radical en nosotros.Los distintos Yoes que viven en el interior de nues­tra psiquis, son muy astutos, muy sagaces; apelan muchas veces al "rollo" ese de los recuerdos que car­gamos en el centro intelectual. Supongamos que uno, en el pasado, estuvo fornicando con cualquier otra per­sona del sexo opuesto, y que está insistiendo o no en eliminar la lujuria; entonces el Yo de la lujuria apelará, se apoderará del centro de los recuerdos, del Centro Intelectual; agarrará allí, dijéramos, el "rollo" de los recuerdos, del que tenga necesidad, y lo hará pasar por la fantasía de la persona, y él se vigorizará más, se hará cada vez más fuerte. Por todas estas cosas, uste­des deben ver la necesidad de la autoobservación; no sería posible un cambio de verdad, radical y definitivo, si no aprendemos a autoobservarnos.Conocer no es observar, pensar tampoco es observar. Muchos creen que pensar en sí mismo es observar, y no es así. Uno puede estar pensando en sí mismo, y sin embargo no se está observando; es tan distinto pensar en sí mismo a observar, como la sed lo es al agua, o el agua a la sed. Obviamente, no debe uno iden­tificarse con ninguno de los Yoes. Para observarse, uno tiene que dividirse entre dos, en dos mitades: una parte que observa, y otra parte que es observada. Cuando la parte que observa ve las ridiculeces y necedades de la parte observada, hay posibilidades como nunca de descubrir (supongamos el Yo de la ira) que ese Yo no somos nosotros, que él es él; podríamos exclamar: "¡El Yo tiene ira, ese es un Yo, ese debe morir; voy a trabajarlo, para desintegrarlo!" Pero si uno se identifica con él y dice: "¡Yo tengo ira, estoy furioso!" Cobra más fuerza, se hace cada vez más vigoroso, y entonces, ¿cómo lo va a disolver, de qué manera? Pues no podría, ¿verdad? De manera que no debe uno identificarse con ese Yo, con su rabieta, o con su tragedia, porque si uno se identifica con su creación, pues termina viviendo en su creación también, y eso es absurdo.A medida que uno va trabajando sobre sí mismo, que va ahondando cada vez más en las cuestiones de la autoobservación, se va haciendo cada vez más pro­fundo; en esto no debe dejar de observarse ni el más insignificante pensamiento; cualquier deseo, por pasaje­ro que sea, cualquier reacción, debe ser un motivo de observación, porque cualquier deseo, cualquier reacción, cualquier pensamiento negativo, proviene de tal o cual Yo. Y si queremos nosotros fabricar la luz, liberar el Alma, ¿vamos a permitir nosotros que continúen exis­tiendo esos Yoes? ¡Sería absurdo! Si es luz lo que nosotros queremos, si de verdad estamos enamorados de la luz, pues tenemos que desintegrar los Yoes; no queda más remedio que volverlos polvo, y no podría­mos volver polvo lo que no hemos observado; entonces necesitamos saber observar.En esta cuestión, también tenemos que cuidar la char­la interior, porque hay muchas charlas interio­res negativas y absurdas, conversaciones íntimas que jamás se exteriorizan, y naturalmente, necesitamos corregir esa charla interior, aprender a guardar silen­cio, saber hablar cuando se debe hablar, saber callar cuando se debe callar (esto es ley, no solamente para el mundo físico, el mundo exterior, sino también para el mundo interior). Las charlas interiores negati­vas, más tarde se vienen a exteriorizar físicamente; por eso es tan importante eliminar la charla interior negativa, porque perjudica (hay que aprender a guardar el silencio interior).Normalmente se entiende por "silencio mental", cuando uno vacía la mente de toda clase de pensamien­tos, cuando uno logra la quietud y el silencio, de la mente a través de la meditación, etc.; pero hay otra clase de silencio. Supongamos que se presenta ante nosotros un caso de juicio crítico, con relación a un semejante, y sin embargo mentalmente guardamos si­lencio, no juzgamos, no condenamos; nos callamos tanto externamente como internamente, en éste caso, pues, hay silencio interior.Los hechos de la vida práctica, al fin y al cabo deben mantenerse en íntima correspondencia con una conduc­ta interior perfecta. Cuando los hechos de la vida prác­tica concuerdan con una conducta interior perfecta, es señal de que ya vamos nosotros creando, en sí mismos, el famoso Cuerpo Mental.Si ponemos las distintas partes de un radio o de una grabadora sobre una mesa, pero no sabemos nada de electrónica, pues tampoco podremos captar las distin­tas vibraciones insonoras que pululan en el cosmos; pero si mediante la comprensión unimos las distintas partes, tendremos el radio, tendremos el aparato que puede captar los sonidos que de otra forma no capta­ríamos. Así también, las distintas partes de estos es­tudios, de este trabajo, se van complementando entre sí para venir a formar un cuerpo maravilloso, el famoso Cuerpo de la Mente. Este cuerpo nos permitirá captar mejor todo lo que dentro de nosotros mismos existe, y desarrollará más en nosotros el sentido de la autoobservación íntima, y eso es bastante importante.Así pues, el objeto de la observación es realizar un cambio dentro de nosotros mismos, promover un cam­bio verdadero, efectivo.Una vez, que nos hemos puesto, dijéramos, diestros en la observación de sí mismos, entonces viene el pro­ceso de eliminación. De manera que hay, propiamente, tres pasos en esta cuestión: primero, la observación; segundo, el juicio critico, y el tercero, que ya es propia­mente la eliminación de tal o cual Yo psicológico.Al observar un Yo, debemos ver cómo se comporta en el Centro Intelectual, de qué manera, y conocerle todos sus juegos en la mente; segundo, en qué forma se expresa a través del sentimiento, en el corazón, y lo tercero, descubrir su modo de acción en los centros inferiores: Motor, Instintivo y Sexual. Obviamente, en el sexo, un Yo tiene una forma de expresión, en el corazón tiene otra forma, y en el cerebro otra. En el cerebro, un Yo se manifiesta a través de la cuestión intelectual: razones, justificaciones, evasivas, escapato­rias, etc., etc.; en el corazón como un sufrimiento, co­mo un afecto, como un amor aparentemente muchas veces, cuando es cuestión de lujuria, etc., y en los cen­tros motor-instintivo-sexual, tiene otra forma de expre­sión (como acción, como instinto, como impulso lascivo, etc., etc.).Por ejemplo, citemos un caso concreto: Lujuria. Un Yo lujurioso, ante una persona del sexo opuesto, en la mente puede que se manifieste con pensamientos constantes; podría manifestarse en el corazón como un afecto, como un amor aparentemente puro, libre de toda mancha, hasta tal grado, que podría uno perfecta­mente justificarse y decir: "Pero bueno, yo no siento lujuria por esta persona, yo lo que estoy sintiendo es amor"; pero si uno es observador, si le pone mucho cuidado a su máquina y observa al Centro Sexual, viene a descubrir que en el Centro Sexual hay cierta activi­dad ante esa persona; entonces viene a quedar eviden­ciado que no hay tal afecto, que no hay tal amor por esa persona, sino que lo que hay es lujuria.Pero vean cuán fino es el delito: la lujuria puede perfectamente disfrazarse, en el corazón, con el amor, y escribir versos, etc., etc., pero es lujuria disfra­zada. Si uno es cuidadoso y observa esos tres cen­tros de la máquina, puede evidenciar que se trata de un Yo, y ya descubriendo que se trata de un Yo, habiéndole conocido sus manejos en los tres centros, o sea en el intelectual, en el corazón y en el sexo, enton­ces procede una a la tercera fase. ¿Cuál es la tercera fase? La ejecución; ésta es la fase final del trabajo: la ejecución. Entonces tiene uno que apelar a la oración en el trabajo. ¿Qué se entiende por "oración en el trabajo"? La oración en el trabajo debe ser hecha sobre la base de la íntima recordación de sí mismo.En alguna ocasión dijimos que hay cuatro niveles de hombres, o cuatro estados de Conciencia, para ser más claros. Un primer estado de Conciencia es el del sueño profundo e inconsciente de una persona, de un Ego que dejó el cuerpo dormido en la cama, pero deambula en el Mundo Molecular en estado de coma (es el estado inferior); un segundo estado de inconsciencia es el del soñador que ha regresado a su cuerpo físico, y que cree que está en estado de vigilia; en éste caso los sueños continúan, claro, sólo que está con el cuerpo físico en estado de vigilia. Es más peligroso és­te tipo segundo de soñador, porque puede matar, puede robar, puede cometer crímenes de toda especie; en cam­bio, en el primer caso, el soñador es más infrahumano pero no puede hacer nada de estas cosas. ¿Cómo po­dría hacerlo, cómo podría hacer daño? Cuando el cuer­po está pasivo para los sueños, la persona no puede ocasionar daños a nadie en el mundo físico; pero cuan­do el cuerpo está activo para los sueños, la persona puede hacer mucho daño en el mundo físico; por eso es que las Sagradas Escrituras insisten en la necesidad de despertar.Si estos dos tipos de personas: los que se encuentran, dijéramos, en estado de inconsciencia profunda, o aqué­llos que siguen soñando y tienen su cuerpo activo para los sueños, hacen oración, pues de semejantes dos es­tados tan infrahumanos, no pueden esperar nada; pese a sus estados negativos. Sin embargo la naturaleza res­ponde. Por ejemplo: un inconsciente, un dormido hace oración para arreglar un negocio, pero puede que sus Yoes, que son tan innumerables, no estén de acuerdo con lo que él está haciendo; es tan solo uno de los Yoes el que está haciendo la oración, y los otros no han sido tenidos en cuenta; a los otros puede que no les interese tal negocio, que no estén de acuer­do con esa oración, y pidan en la oración exactamente lo contrario para que ese negocio fracase, porque no están de acuerdo; como los otros son mayoría, la na­turaleza contesta con sus fuerzas, con un aflujo de fuerzas, y viene el fracaso del negocio; ¡eso es claro! Entonces, para que la oración tenga un valor efectivo en el trabajo sobre uno mismo, pues tiene uno que colocarse en el tercer estado de Conciencia, que es el de la íntima recordación de sí mismo, es decir, de su propio Ser.Sumergido uno en meditación profunda, concentrado en su Divina Madre Interior, le suplicará que elimine de su psiquis, ese Yo que quiere desintegrar. Puede que la Madre Divina en ese momento actúe, decapitando tal Yo, pero no con eso se ha hecho la totalidad del trabajo; la Madre Divina no lo va a desintegrar instantáneamente todo. Habrá necesidad, sino se desin­tegra todo, de tener paciencia; en sucesivos trabajos, a través del tiempo, lograremos que tal Yo se desin­tegre lentamente, que vaya perdiendo su volumen, de tamaño. Un Yo puede ser espantosamente horrible, pero a medida que va perdiendo volumen, se va embelleciendo; después tiene la apariencia de un niño, y por último se vuelve polvo. Cuando ya se ha vuelto polvo, la Conciencia que estaba medida, embotellada, embutida dentro de ese Yo, queda liberada; entonces la luz habrá aumentado, es un porcentaje de luz que queda libre; así procederemos con cada uno de los Yoes.El trabajo es largo y muy duro; muchas veces cualquier pensamiento negativo, por insignificante que éste sea, tiene por fundamento un Yo antiquísimo. Ese pensamiento negativo que llega a la mente, nos indica que de hecho, hay un Yo detrás de ese pensamiento, y que ese Yo debe ser extirpado, erradicado de nuestra psiquis. Hay que estudiarlo, conocerle sus mane­jos, ver cómo se comporta en los tres centros: en el Intelectual, en el Emocional, y hablando en síntesis, en el motor-instintivo-sexual; ver de qué manera trabaja en cada uno de éstos tres centros; de acuerdo con su comportamiento, uno lo va conociendo. Cuando uno ha desarrollado el sentido de la autoobservación, viene a evidenciar por sí mismo, que algunos de esos Yoes son espantosamente horribles, son verdaderos mons­truos de forma horripilante, macabra, y que viven en el interior de nuestra psiquis.

COMO SE FORMA EL HOMBRE SOLAR ...

COMO SE FORMA EL HOMBRE SOLAR Cuando se piensa en sexo, la gente se acuer­da únicamente de sus vicios, de sus lascivias, de sus inmundas fornicaciones, de sus abom­inables adulterios.Miremos nosotros como se unen los polos positivo y negativo en el cáliz de la flor para que haya creación; miremos nosotros las espe­cies que viven y alientan bajo los rayos del Sol. El cisne, por ejemplo, con su lívido plumaje, nos habla de amor. El cisne se alimenta con amor; cuando uno de la pareja muere, el otro sucumbe de tristeza... Existe una Orden del Cisne, que existe tanto en Europa como en los Estados Unidos; dicha Orden solamente se dedica a estudiar eso que se llama "amor".Obviamente, el amor fluye del fondo mismo de la Conciencia, es un funcionalismo del Ser, es una energía cósmica y trascendental. Para que haya amor, se necesita que haya afinidad de pensamientos, afinidad de sentimientos, preocupaciones mentales idénticas. El beso es la comunión mística de dos almas, ávidas de expresar en forma sensible lo que interiormente viven; el acto sexual, en sí mismo, es la con­substancialización del amor en el realismo psicofisiológico de nuestra naturaleza.Miremos a un anciano enamorado: se rejuvenece, todas sus glándulas trabajan mejor y las energías que fluyen del fondo de la Con­ciencia reactivan esos pequeños microlaboratorios que se llaman las glándulas endocri­nas; entonces ellas producen mayor flujo, mayor poder, mayor cantidad de hormonas. Dichas hormonas invaden los canales sanguíneos y viene el proceso de reconstrucción, de revitalización celular. Así que vale la pena reflexionar en eso que se llama amor, en eso que se llama sexo, porque sexo y amor están íntimamente relacionados, ya que, repito, el acto sexual es la consubstancialización de el realismo psicofisiológico de nuestra naturaleza. ¡Cuan grande es el amor, solo las grandes almas pueden y saben amar! Sencillamente no debemos confundir el amor con la pasión, como ya lo he dicho.Gracias pues al amor, al sexo, a esa fuerza extraordinaria que fluye en todo lo que es, en todo lo que ha sido, en todo lo que será, pueden reproducirse las criaturas incesantemente, pueden existir las flores y los frutos, sobre la faz de la Tierra, pueden multiplicarse todos los seres. Así pues que, mirar al sexo con asco, considerándolo tabú o pecado, motivo de vergüenza o disimulo, es una blasfemia, equivale a escupir, francamente, en el Santuario del Tercer Logos. Así que vale la pena entender que es necesario trabajar con el poder maravilloso del sexo.Si por la fuerza maravillosa del Tercer Logos existe toda la naturaleza, si gracias a la fuerza sexual existimos nosotros, entonces se hace indispensable entender lo que es esa fuerza para no profanarla, es necesario saberla usar para transformarnos radicalmente.Muchas veces hemos dado la clave de la transmutación: conexión del Lingam Yoni sin eyaculación del ens seminis, porque dentro del ens seminis está todo el ens virtutis del Fohat. Esa es la clave, ese es el secretum secretorum de la transmuta­ción. No uso para ello toscas palabras, porque el sexo es sagrado y su clave debe ser expuesta con rectitud; pero el que entiende, entienda, trabaje, que eso es lo fundamental. Cuando uno transmuta el esperma sagrado en energía, puede originar el cambio total.Los sabios alquimistas medievales nos hablan del mercurio de la filosofía secreta, y éste en sí mismo no es otra cosa sino el alma metálica del esperma sagrado. Cuando se transmuta el esperma, el Exiohehari, cuando no se comete el crimen de derramar el vaso de Hermes Trismegisto, el tres veces grande Dios Ibis de Thot, obviamente se fabrica mercurio, el mercurio de los sabios, que no es otro que la energía creadora que sube al cerebro. Pero ese mercurio tiene que pasar por fases definidas antes de que pueda ser útil, y eso lo saben los alquimistas.Saber preparar el mercurio es indispensable. En principio las aguas mercuriales son negras como el carbón, putrefactas, inmundas. Muchos alquimistas pierden su tiempo porque jamás blanquean las aguas de la vida, y no las blanquean sencillamente porque no saben refinar el sacramento de la Iglesia de Roma. Este sacramento hay que entenderlo; si ustedes leen la palabra "Roma" a la inversa, ¿qué diría? Amor, ¿verdad? Si ustedes las sílabas las cambian: en lugar de "Roma" ponen la frase al revés, dice "Amor". El sacramento de la Iglesia del Amor está siendo profanado por muchos neófitos: trabajan toscamente en la Forja de los Cíclopes, brutalmente, pasionalmente, pero no refinan su trabajo y las aguas permanecen negras. Cuando se comienza a refinar el trabajo, tales aguas se vuelven blancas, inefables; entonces se tiene el derecho a usar la túnica blanca de Thot, de la castidad; mucho más tarde, cuando las aguas se vuelven amarillas, son ya útiles para que puedan ser fecundadas por el azufre. El azufre es fuego, el fuego encerrado pues en nuestros órganos creadores, el fuego que al mezclarse con el mercurio, es decir, con la energía sexual, asciende victo­rioso por el canal medular hasta el cerebro; el ascenso del fuego sagrado es extraordinario.El primer centro que se abre es el de la Igle­sia del coxis o Iglesia de Efeso, en el hueso coxígeo, y que nos da el poder sobre el elemen­to tierra. El segundo centro que se abre está a la altura de la próstata, y nos da poder sobre las aguas tormentosas del océano. El tercer poder que se abre está a la altura del ombligo, y el poder que se nos confiere es sobre el elemento fuego; podemos entonces poner en actividad los volcanes de la Tierra. El cuarto poder que se abre está a la altura del corazón, y nos da poder para entrar y salir del cuerpo a voluntad, o para poner el cuerpo en Estado de Jinas (nos confiere señorío sobre el elemento aire). El quinto centro que se abre está en la laringe creadora, que nos permite hablar en síntesis y escuchar las sinfo­nías del cosmos. El sexto poder está a la altura del entrecejo, y nos confiere la divina clarivi­dencia, facultad que nos permite ver los mundos superiores. El séptimo centro que se abre está en la glán­dula pineal; nos confiere el poder de la poli­videncia, ver en todas las regiones del espacio infinito. El mercurio, mezclado con el azufre, abre todo eso. Cuando el mercu­rio se mezcla con el azufre, es decir, con el fuego, se vuelve rojo como la púrpura. Desgraciadamente, repito, muchos son los que permanecen estancados, porque no refinan el sacramento de la Iglesia de Roma.El excedente de todo este azufre, de todo este mercurio y aún de la sal sublima­da que asciende mezclada con el azufre y el mercurio, cuando cristaliza en nuestras células, en nuestro Sistema Nervioso Gran Simpático, toma la forma maravillosa y extra­ordinaria del Cuerpo Astral. Este es un cuer­po que viene a fabricarse dentro del organis­mo, en el laboratorio, un cuerpo magnífico. Uno sabe que tiene un Cuerpo Astral cuando puede funcionar con él, cuando puede usarlo, como las manos, como los pies. Con el Cuerpo Astral podemos visitar, no­sotros, otros planetas del sistema solar; con el Cuerpo Astral podemos ponernos en contacto con los Treinta Aeones que surgieron en la aurora de la creación; con el Cuerpo As­tral podemos ponernos en contacto con todos esos Decanos, Arcángeles y Tro­nos que existen en el universo; con el Cuerpo Astral podemos viajar a todos los mundos de la galaxia, incluyendo a Sirio, que es la capital central, alrededor de la cual gira toda esta gran Vía Láctea. Está prohibido, sí, ir más allá del Sol Cen­tral Sirio (quiero que ustedes sepan que Sirio es el centro fundamental de la galaxia. Todas las constelaciones de la Vía Láctea, todos los sistemas solares y hasta nuestro sistema solar, hasta en el que vivimos y alentamos, giran alrededor de Sirio; él es el centro de gravita­ción de todos estos mundos, incluyendo al nuestro). Por eso al iniciado, al que tiene Cuer­po Astral, sólo se le permite ir hasta Sirio. Más allá de Sirio está prohibido, porque más allá de Sirio hay otras galaxias con leyes diferentes que uno no entiende. Yo mismo, con mi Vehículo Sideral Sirio, Astral, con el Eidolón, como diríamos en Alta Magia, cuando he intentado pasar más allá de Sirio, he sido regresado a Sirio, pues nos está prohi­bido ir más allá del Sol Central Sirio. Sé que hay otras galaxias mucho más allá, ga­laxias cuyas leyes no entendemos. También hay antigalaxias, antimateria, antimundos, antisoles, antiestrellas, antiátomos. galaxias, por ejemplo de antimateria, son para nosotros incomprensibles (no sería posi­ble entenderlas). Aún sabios como Einstein, resultarían absolutamente ignorantes en mate­ria de Física o Matemáticas, si se les llevara a existir en una galaxia de antimateria donde las cargas eléctricas están a la inversa... ¿Cómo entenderemos nosotros esto, una estre­lla con cargas a la inversa, hecha de antima­teria? No es posible que la entendamos, no existe en nuestros textos de Física.Ahora pensemos lo que significa pasar más allá de Sirio, a manejar leyes que no podemos entender, que no hemos estudiado en nuestra galaxia, estaríamos prácticamente indefensos, quedaríamos convertidos en leños, llevados por el borrascoso océano; aún poseyendo un Cuer­po Astral, no seríamos más que míseros leños. Así es el Infinito. ¿Cómo podríamos entendérnosla con gentes que tienen cuerpos de antimateria, que sus cargas son a la inversa, que sus conceptos per­tenecen a dimensiones que desconocemos? ¡Imposible: no entenderíamos ni jota!Así que, tener Cuerpo Astral vale la pena, vale la pena para conocer otras regiones del espacio, pero jamás podríamos pasar con tal cuerpo más allá de Sirio.Una vez que nos hemos dado el lujo de crear dicho vehículo, se hace indispensable crear también el Cuerpo Mental, si es que queremos ser hombres, hombres con una men­te individual, porque hoy por hoy no tenemos una mente individual, tenemos muchas men­tes. Si pensamos que cargamos en nuestro interior al Ego, al mí mismo de la Psicolo­gía Experimental, y que éste existe en nosotros en forma pluralizada, indubitablemente cada uno de esos elementos tiene su propia mente. Hay dentro de nosotros, pues, muchas mentes; cada mente tiene sus ideas, cada mente tiene su criterio. El Yo de la ira tiene sus ideas, su criterio, su documentación; se justifica, tiene su lógica para argumentar o para defender o para situar; puede perfectamente defenderse, ante un Tribunal con una inteligencia sorprendente, para decir: "Yo tenía razón, maté a ese hom­bre porque había cometido tal y tal delito". El Yo de la lujuria también tiene su lógica; podría presentarse ante el mejor de los Tribu­nales y con textos de Psicología en la mano, autodefenderse. Posee muchos argumentos; podría decir que "su lujuria es una función natural del ser hu­mano", que "todo lo que existe debe desenvolverse sexualmente"; podría decir que "él no tenía lujuria", que "lo que hacía era que se estaba desarrollando dentro de la función erótica" y que "Eros es natural que exista en nosotros"; podría hacer una exposición de Fisiología ante una Cátedra, podría pintar en el pizarrón toda la fisiología de Eros y el funcionalismo de ovarios y testículos, y dejar a todos asombrados. Así pues, que cada uno de los Yoes que llevamos dentro, tiene su lógica, tiene su mente, tiene sus razonamientos, su mente propia. Lo interesante es que cada mente de esas que cargamos en nuestro interior, discuten con cada una, chocan las distintas mentes que car­gamos, unas con otras. ¿Entonces qué? Tenemos muchas mentes, eso no lo ignora nadie.Necesitamos crear la mente individual, pero ésta no se podría crear si no transmutáramos el esperma sagrado en energía. Obviamente, con la transmutación se fabrica eso que se llama mercurio, y es con el mercurio de los sabios con el que podemos nosotros cristalizar en nuestro interior, formar, organi­zar, crear la mente individual. Cuando alguien posee un Cuerpo Mental individual, puede aprehender, capturar, asimi­lar toda la ciencia del universo; también puede usar el vehículo mental para viajar por el sagrado espacio, de mundo en mundo; con la Mente Individual se puede penetrar en el De­vachán, es decir, la Región Mental Supe­rior del cosmos y de la naturaleza.La Mente Individual resulta espléndida, formidable, maravillosa, pero eso no es todo. Las gentes son víctimas de las circunstancias, a las gentes las mueven las circunstancias, dependen de la Ley de los Accidentes (esto lo vemos a diario). Uno no podría verdaderamente aprender a dirigir las circunstancias, si antes no ha creado el Cuerpo de la Voluntad Consciente. Cuando uno fabrica tal cuerpo, obviamente ya no es esclavo de las circunstancias, puede dirigirlas intencionalmente, se con­vierte en amo, en señor. Ese cuerpo solamente se fabrica con el mercurio de los sabios, que es la re­sultante de la transformación o transmutación de la energía creadora. Ya con los Cuerpos Astral, Mental y Causal, y teniendo un físico espléndido, nos damos el lujo de recibir nuestros principios anímicos y espirituales y nos convertimos en hombres de verdad, en hombres reales.El Cuerpo Causal es el último de los vehícu­los que hay que crear; podría decirles a ustedes que el Hombre Causal es el hombre verdadero. En el Mundo de las Causas Naturales encontramos al verdadero hombre, al Hombre Causal; da gusto ver en la re­gión de las Causas Naturales al Hombre Causal, allí los vemos trabajando por la hu­manidad. Los Hombres Causales son verdaderos Bodhisattvas en el sentido trascendental de la palabra, Bodhisattvas que trabajan bajo la dirección del Padre que está en secreto; cada uno obedece a su Padre, porque hay tantos Padres en el Cielo, cuantos hombres en la Tierra (cada uno de nosotros tiene su Padre que está en secreto). El Hombre Causal se desenvuelve bajo la dirección del Padre y vive en el Mundo de las Causas Naturales, es el verdadero hombre.Al Hombre Causal, al hombre real, al hombre en el sentido más grande de la palabra, lo encontramos en el Mundo de las Causas Naturales; es esa región donde se escuchan las sinfonías del cosmos, es esa re­gión donde escuchamos las melodías de la vida universal, es en esa región donde veni­mos a hallar el Karma, porque en esa región trabajan los Señores de la Ley.El Hombre Causal puede absorberse en sus vehículos Astral y Mental para vivir pre­cisamente en esa región; desde allí se proyecta, ya hacia las regiones de la Mente Cósmica y sus profundidades o ya hacia las regiones del Mundo Astral, para aparecer posteriormente en el mundo físico.En nombre de la verdad tendría yo que decirles que para poder existir aquí con ustedes, para poder platicar aquí con ustedes, necesito proyectarme, en lo personal, desde el Mundo Causal, porque yo tengo mi centro de gravedad en el Mundo de las Causas Naturales; desde aquí me proyecto hacia el Mental, posterior­mente hacia el Astral y por último, haciendo grandes esfuerzos, vengo aquí al físico para platicar con ustedes. Luego estoy platicando con ustedes por concentración, porque mi centro de gra­vedad está en el Causal, soy un hombre del Mundo Causal, y si digo algo, si algo explico, es por mandamiento, porque se me ha ordenado entregarle a ustedes este mensaje, y lo hago con el mayor gusto, a fin de que ustedes puedan hollar la senda de la Revolución de la Conciencia, de la Revolución en Marcha, de la Revolución Espiritual, integral, divinal.Quiero pues que entiendan que el hombre es lo que cuenta y que el Sol tiene interés en crear hombres, el Sol desea una cosecha de Hombres Solares y trabaja febrilmente en estos momentos para lograrlo. Quiero que sepan ustedes que cuando una raza pierde todo interés por las ideas solares, el Sol también pierde todo interés por la raza y la des­truye. En estos momentos el Sol quiere destruir esta raza, porque ya no le sirve para su expe­rimento, más antes de destruirla hace un es­fuerzo supremo, saca con grande esfuerzo una cosecha, pequeña aunque sea, de Hombres Solares. Si ustedes atienden a nuestro llamado, si en ustedes se crea la disponibili­dad al hombre, el Sol podrá absorbérselos como Hombres Solares, pero se necesita que ustedes cooperen con el Sol; sólo así podrán transformarse en Hombres So­lares.Se hace urgente que ustedes, antes que todo, sepan transmutar. El Hombre Solar sola­mente puede crearse con la energía solar, y esa energía está contenida precisamente en el azogue en bruto de los sabios, en el mineral en bruto; tal elemento es el Exio­hehari, es decir, el esperma sagrado. Quienes cometen el crimen de extraerlo de su organismo con propósitos pasionales, se hun­den definitivamente en los Mundos Infiernos, hasta su desintegración final.Para que los gérmenes del hombre puedan desarrollarse en el organismo, se necesita que sean tocados por los rayos o emanaciones que vienen del Sagrado Sol Absoluto; sin tales emanaciones, los gérmenes permanecen infe­cundos y degeneran e involucionan espantosa­mente, hasta la Muerte Segunda.

COMO SE SACRIFICA EL SUFRIMIENTO ...

COMO SE SACRIFICA EL SUFRIMIENTO Voy a decirles a ustedes una gran verdad: el dolor, ciertamente, se sacrifica autoexplo­rándolo y haciéndole la disección. Tomemos un caso concreto: pongamos que un hombre, de pronto, encuentra a su mujer platicando muy quedito, por ahí en un cuarto, con otro hombre. Realmente, esto puede provocarle ciertos celos. Ahora, si encuentra a la mujer ya demasiado quedito, en demasia­da intimidad con un sujeto xx, puede haber un estallido de celos acompañado de un gran disgusto; tal vez hasta tenga una riña con el otro hombre, por celos. Esto produce un dolor espantoso al marido, al marido ofendido, que puede dar origen a un divorcio. Hay un dolor moral horripilante; sin embar­go, no era para tanto, sino que simplemente platicaba muy quedito. Al marido no le consta nada malo, pero la mente, pues, hace muchas conjeturas y aunque la mujer niegue, niegue y niegue, la mente tiene muchos pasi­llos, muchos recovecos, en los que se forman realmente muchas suposiciones.¿Qué hacer para eliminar ese dolor, cómo sacrificarlo? ¿Cómo renunciar al dolor que le ha producido eso? Hay una forma de hacerlo, de sacrificar ese dolor. ¿Cuál? La autorrefle­xión evidente del Ser, la autoexploración de sí mismo.¿Están seguros ustedes, por ejemplo, que nunca han tenido relación con otra mujer? ¿Se está seguro que jamás se ha acostado uno a dormir con otra fémina? ¿Se está seguro que uno jamás ha sido adúltero, ni en esta ni en pasadas existencias? Claro está que nosotros todos, en el pasado, fuimos adúlteros y fornicarios; eso es obvio.Si uno llega a la conclusión, pues, de que uno también fue fornicario y adúltero, entonces, ¿con qué autoridad está juzgando a la mujer? Al juzgarla, lo hace sin autoridad. Ya Jesús El Cristo, en la parábola de la mujer adúltera (aquella mujer de los Evangelios Crís­ticos), exclamó: "¡El que se sienta libre de pecado, que arroje la primera piedra!" Nadie la arrojó, ni el mismo Jesús se atrevió a acu­sarla. Le dijo: "¿Dónde están los que te acusaban? Ni yo mismo te acuso; vete y no peques más"... Ni él mismo, que era tan perfecto, se atrevió; ahora nosotros, ¿con qué autoridad lo haríamos?Entonces, ¿quién es el que nos está provo­cando ese sentimiento de supremo dolor? ¿No es acaso el demonio de los celos? ¡Ob­viamente, sí! ¿Y qué otro demonio? El Yo del amor propio, que ha sido herido mortalmente, pues el Yo del amor propio es egoísta en un ciento por ciento. ¿Y cual otro? El Yo, dijéramos, de la autoimportancia (se siente muy im­portante, se dirá: "Yo, que soy el señor don fulano de tal, ¿y que esta mujer venga aquí, con esta clase de conducta?"). ¡Vean qué orgullo tan terrible el del señor de la autoimportancia! O aquel otro de la intolerancia que dice: "¡Fuera, adúltera; te condeno, malvada; yo soy virtuoso, intachable!" He ahí, pues, el delito dentro de uno mismo; ese tipo de Yoes son los que vienen a producir dolor.Cuando uno llega a la conclusión de que son esos Yoes los que le han provocado el dolor, entonces se concentra en la Divina Madre Kundalini y ella desintegra esos Yoes; cuando se ha desintegrado el Yo, el dolor termi­na. Al terminar el dolor, queda la Conciencia libre; entonces, mediante el sacrificio del dolor, aumenta la Conciencia, se adquiere la fortaleza.Supongamos que no sean simples celos, sino que hubo adulterio de verdad; entonces tendrá que venir el divorcio, porque eso lo autoriza la Ley Divina. En este caso, también puede decirse que se puede sacrificar ese dolor y decir: "Bueno, ya adulteró; ¿estoy seguro yo de no haber adulterado jamás? Entonces, ¿por qué condeno? No tengo derecho a conde­nar a nadie, porque el que se sienta libre de pecado, que arroje la primera piedra". "¿Quien es el que me está proporcionando el dolor? Los Yoes de la intolerancia, de la autoimportancia, de los celos, del amor propio, etc."Habiendo llegado a la conclusión de que son esos los que nos están ocasionando el dolor, debemos trabajar para desintegrarlos y el dolor desaparecerá, quedará eliminado. ¿Por qué? Porque se ha sacrificado, y eso trae un aumen­to de la Conciencia, pues aquellas energías que estaban involucradas en el dolor, quedan libe­radas. Esto trae no solamente la paz del cora­zón tranquilo, sino que además trae un aumen­to de la Conciencia; eso se llama "sacrificar el dolor".Pero la gente es capaz de todo, menos de sacrificar sus dolores, y resulta que los máximos dolores son los que brindan a uno las mejores oportunidades para el despertar, para el despertar de la Conciencia.Hay que sacrificar el dolor, y existen muchas clases de dolores. Por ejemplo, un insultador. ¿Qué nos provoca un insultador? Pues el deseo de venganza (inmediatamente, muy inmediatamente). ¿Por qué? Por las palabras di­chas. Pero si uno no se identifica con los Yoes de la venganza, es claro que no contes­taríamos al insulto con el insulto; mas si uno se identifica con los Yoes de la venganza, éstos lo relacionan a uno con otros Yoes más perversos y termina uno en manos de Yoes terriblemente perversos y haciendo grandes disparates.Así como existe fuera de nosotros la ciudad (la ciudad de México, por ejemplo) y así como en la ciudad esta de la vida urbana, común y corriente, hay gentes de toda clase: Colo­nias de gentes buenas, Colonias de gentes malas, así también sucede con la ciudad interior, con la ciudad psicológica; en esa ciudad psicológica viven muchas gentes, muchas gentes (nuestros propios Yoes son esas gentes que viven allí) y hay Colonias de gentes decididamente perversas, hay Colo­nias de gentes medias y hay Colonias de gentes más o menos selectas (nuestra propia ciudad psicológica es eso).Si uno se identifica por ejemplo con un Yo de venganza, éste a su vez lo relaciona a uno con otros Yoes de barrios muy bajos, donde viven asesinos ladrones, etc., y al rela­cionarse con éstos, ellos a su vez lo controlan a uno, le controlan el cerebro y resulta hacien­do barbaridad y media (va uno, por último, a parar a la cárcel). Pero, ¿cómo evitar, en­tonces, caer uno en semejantes tugurios? No identificándose con el insultador, no identificándose.Hay Yoes dentro de uno que le dictan lo que debe hacer y le dicen: "¡Contesta, véngate, sácate el clavo, desquítate!" Si uno se identifica con ellos, termina haciéndolo: contestando pues al insultador, termina uno vengándose, desquitándose; pero si uno no se identifica con el Yo que le está dictando que haga semejante locura, pues entonces no hace eso. En todo caso, lo interesante sería que el ofendido pudiera sacrificar el dolor, y puede sacrificarlo si a través de la meditación com­prende que el insultador es una máquina que está controlada por determinado Yo insultante, y que lo ha insultado un Yo, y si comprende también que él es otra máquina que tiene adentro Yoes del insulto. Enton­ces, si uno compara y dice: "Aquel me insulta, pero dentro de mí también existen Yoes del insulto; luego no tengo por qué condenarlo. Además, ¿qué es lo que se ha herido en mí? Posiblemente el amor propio, posiblemente el orgullo. Bueno, entonces tengo que descubrir si fue el amor propio, o si fue el orgullo, o qué. Cuando uno ha descubierto quién fue el que se hirió, pues si sabe que fue el orgullo, debe desintegrar el orgullo, y si sabe que fue el amor propio, debe desintegrar el amor propio. Esto da como resultado, al desintegrarlos, que queda libre del dolor, pues ha sacrificado el dolor y en su reemplazo ha nacido una virtud: la de la serenidad (a despertado aún más).Hay que tener en cuenta estos factores y aprender a sacrificar el dolor. La gente es capaz de sacrificarlo todo, menos el dolor: quie­ren mucho sus propios sufrimientos, los idola­tran; he ahí el error.Aprender a sacrificar uno sus mismos dolores, es lo interesante para despertar Conciencia. Claro, no es cosa fácil, el trabajo es duro y va contra uno mismo; es algo muy duro, no es muy dulce, pero sí vale la pena ir uno contra sí mismo, por los resultados que se van a obtener al despertar.P.- Venerable Maestro: ¿qué es un Pa­ramartasatya?R.- ¿Qué podría decirte de un Paramartasatya (de un habitante del Abso­luto)? No se alcanza semejante estatura sino mediante sucesivos despertares de la Concien­cia, y no se puede llegar a los sucesivos desper­tares de la Conciencia, sin aprender a sacrifi­car los propios sufrimientos. Porque, en rea­lidad de verdad, cada vez que uno sacrifica un sufrimiento, se acrecienta la Conciencia y se adquiere mas fortaleza psicológica.Sacrificar el dolor: esa es la clave más extraordinaria que hay, para ir logrando el despertar de la Conciencia. Esos sucesivos despertares, a su vez van, dijéramos, acrecen­tando o intensificando el desarrollo de la Ra­zón Objetiva, que pertenece como ya dije a la Mente Interior profunda.Hay que ir despertando la Conciencia, y conforme uno va despertando la Conciencia, va pagando Karma y lo va pagando, si uno, por ejemplo, se hace consciente del dolor que le produjo un negocio mal hecho. Supongamos, por ejemplo, que descubre que el Yo del egoísmo estaba allí activo; entonces lo desinte­gra y paga Karma; o si descubre que el Yo de la ambición estaba allí activo, paga Karma al desintegrarlo. Obviamente, si las gentes aprovecharan hasta el mas ínfimo suceso de su vida para sacrificar el dolor, a la hora de la muerte desencarnarían con la Conciencia lúcida, despierta y completamente libres de Kar­ma.Ahora, en la práctica hemos podido eviden­ciar que realmente los demás no son los que nos producen a nosotros los dolores, los sufri­mientos: los provocamos nosotros mismos. Por ejemplo, supongamos que a uno de uste­des un ladrón le roba su cartera. Al saberlo exclamarán: "¡Me acaban de robar, he perdi­do mi dinero!" Luego viene la angustia: "¡Quedé sin dinero!, ¿y ahora qué voy a hacer?" Pero vamos a ver: ¿el ladrón nos produjo el dolor, o quién? Ustedes dirían que el ladrón, pero si se autoexploran, descubrirán que den­tro de ustedes está el Yo del apego al dinero, o del apego a la cartera y detrás puede estar también el Yo del temor que exclama; "¿Y ahora que haré sin mi dinero?"De manera que allí están el Yo del apego y el Yo del temor; esos Yoes producen angustia. Pero si uno a través de la medita­ción comprende que el dinero es pasajero, que las cosas materiales son vanas e ilusorias; si se hace consciente de esa verdad, si esa verdad no queda simplemente en el intelecto, sino que pasa a la Conciencia; si llega uno a compren­der que estaba apegado a su cartera y a su di­nero, si llega uno a comprender que tiene te­mor de verse sin dinero frente a los problemas de la vida, entonces se propone, naturalmente, acabar con esos dos Yoes: el del temor y el del apego.Cuando uno dice: "Voy a sacrificar el dolor, porque éste es vano e ilusorio, y le hace la disección a ese dolor y llega a comprender que en realidad es vano e ilusorio (porque una ca­rtera o el dinero son puras sandeces); termina en­tonces desintegrando el Yo del apego al dinero y el Yo del temor. En esa forma se sacrifica el dolor y éste desaparece. Al llegar a estas alturas, viene a darse cuenta quién era en verdad el que le estaba provo­cando el dolor, que no fue el ladrón el que le estaba produciendo el dolor, sino el Yo del apego a las cosas materiales y el Yo del temor. Y lo viene a comprobar después que sacrifica el dolor, después de desintegrar los Yoes del temor y del apego; entonces comprende que las causas del dolor las lleva uno dentro de sí mismo, no fuera de sí mismo.Indubitablemente, si uno no sacrifica el do­lor, no será feliz jamás.

V.M.Samael Aun Weor.

V.M.Samael Aun Weor.
“Buddha Maitreya Kalki Avatara de la Nueva Era de Acuario”.